Este curioso invento llamado Wingo Pro es una especie de soporte volador atado con una cuerda que sirve como palo-selfie pero con movimiento. Como puede verse si se acopla una cámara deportiva de esas que soportan golpes y graban a muchos fotogramas por segundo el efecto es bastante curioso: un poco a lo «bullet time» de Matrix. No es la única forma rústica de hacerlo, que conste.
El cacaharro no tiene mucho de tecnológico, porque no es más que un trozo de plástico supuestamente aerodinámico con un soporte universal para la cámara. De la habilidad requerida no se dice nada, pero no debe ser mucha, aunque estas cosas siempre varían. Puede que pronto aparezcan copias en los bazares chinos –esos templos de tecnología tan primitiva como efectiva– al igual que aparecieron en su día los palo-selfies hace años. Al fin y al cabo con una impresora 3D cualquiera se hace uno.
Su inventor es el ucraniano Artem Gavr, cineasta, quien quiere venderlos a unos 50 euros incluyendo el Wingo Pro, soporte cable, adaptador universal para GoPro, cinta elástica y funda, además del correspondiente curso a modo de instrucciones. Desde luego para captutar alguna que otra escena espectacular puede estar bien, aunque con estas cosas ya se sabe: que si se abusa de ellas se convierten en vulgares.
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