Por @Alvy — 29 de mayo de 2007
Oh, venga, por el amor de Dios… ¿es que no te cansas nunca de oir tu propia voz?
– Donna, a su jefe Lyman
(El Ala Oeste de la Casa Blanca, 1999)
Oh, venga, por el amor de Dios… ¿es que no te cansas nunca de oir tu propia voz?
– Donna, a su jefe Lyman
(El Ala Oeste de la Casa Blanca, 1999)
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