Por @Alvy — 21 de enero de 2025

Un archivo de diseño para teletransportarse al pasado de Nokia (años 1992-2014)

El Nokia Design Archive es un archivo interactivo creado por investigadores de la Universidad Aalto en Finlandia. En él se recopilan más de 700 entradas visuales curadas a partir de miles de elementos donados por Microsoft Mobile Oy, la división de lo que otrora fue Nokia cuando Microsoft la adquirió. Contiene más de 20 años de la historia del diseño de Nokia, algunos muy conocidos porque eran aparatos que todos veíamos –o manejábamos–– pero también otros menos visibles.

Nokia Design ArchiveEl archivo tiene una licencia libre Creative Commons y permite explorar tanto las experiencias de los diseñadores, como ciertos temas relacionados con los productos y la tecnología móvil. En una visualización muy elegante de red con conexiones, cada nodo representa un producto o tema y las líneas enlazan con otros productos o temas de algún modo relacionados. ¿Qué mejor forma de entender cómo se conectan todas las piezas del puzle?

También hay una cronología con la información de los más de 300 diseñadores que trabajaron en Nokia Design, incluyendo fotografías de época, anécdotas, entrevistas y otros datos. Del 40 por ciento, más o menos, hay biografías completamente documentadas.

Los elementos individuales en forma de presentaciones, objetos, informes, imágenes, dibujos o vídeos suman más de 700 entradas curadas y con toda la información revisada, pero todavía queda mucho trabajo que hacer: el archivo completo incluye más de 20.000 entradas sin curar y ni más ni menos que 959 GB de archivos digitales. Cuando ha sido posible se han organizado en colecciones.

Esto es solo la versión web, porque también existe la «versión física» de los Archivos en la Universidad Aalto, en Finlandia. Un material excepcional para usar en investigación, educación y fines museísticos. Todo lo que se pide es la atribución del origen, mencionando al diseñador o diseño, el año y un enlace al repositorio.

Relacionado:

Compartir en Flipboard Publicar / Tuitear Publicar
PUBLICIDAD


Por @Alvy — 18 de enero de 2025

Este artículo se publicó originalmente en Tecvolución, el blog de Volvo en el que colaboramos desde hace una década, dedicado a las tendencias tecnológicas aplicadas al futuro de los coches, la sostenibilidad, la innovación y el ocio digital.

En el Instituto de Tecnología de Massachusetts tienen un grupo de trabajo llamado Laboratorio de Interfaces Fluidas: su objetivo es encontrar soluciones cómodas y fáciles que permitan a las personas controlar la tecnología más moderna, algo que además es aplicable a los productos que salen de fábricas en todo el planeta. Básicamente, mejorar la experiencia acerca de cómo interactuamos con los aparatos del hogar, los coches y en general cualquier dispositivo de la «la Internet de las cosas» (IoT), en la que cada vez hay más electrónica conectada – pero cada cual «de su padre y de su madre», como se suele decir.

Buena parte del trabajo se realiza sobre Open Hybrid, que es como llaman a su «plataforma de interacción con los objetos cotidianos». Con un aspecto visual fácil de entender, como puntos y líneas conectadas, esta idea consiste en que cada aparato controlable tiene un código visual (similar a los códigos QR) que puede «verse» con solo apuntar la cámara del teléfono inteligente. Al detectarlos, la «realidad» que se visualiza a través del teléfono se transforma, mostrando una interfaz común de botones y líneas. A partir de ese momento el usuario puede utilizar esos aparatos con su móvil, independientemente de cuáles sean y quién los haya fabricado.

Con ese editor de la realidad que desarrollaron hace ya casi una década se puede entonces «controlar el mundo»: encender y apagar bombillas, subir y bajar las ventanillas del coche o reprogramar los botones del equipo de música. Lo más importante es mantener la idea básica: que la interfaz sea tan sencilla y personalizable como desee el usuario.

Las tareas que se pueden configurar van desde agrupar las ventanillas de un vehículo para subirlas o bajarlas todas a la vez con un clic, hasta enviar fotos o vídeos de un aparato a otro. También se pueden ver datos al estilo de las apps de «realidad aumentada»: la temperatura, una gráfica estadística o la información de un artista sobre la música que está sonando – con solo apuntar el móvil a cada aparato. Idealmente, cada gadget de esa «Internet de las cosas» tendría sus botones de control a gusto del usuario y eso los haría a todos universales y tan cómodos de usar como la persona quiera.

Compartir en Flipboard Publicar / Tuitear Publicar
PUBLICIDAD


Por @Wicho — 12 de enero de 2025

Por fin he podido ver el vídeo en el que Shank Mods, un apasionado de las consolas, en especial de las más antiguas, relata la increíble secuencia de casualidades que permitieron rescatar de su destrucción el probablemente único ejemplar que queda de la tele de tubo más grande del mundo.

En la década de los 80 del siglo XX Sony era lo máximo en el campo del entretenimiento audiovisual. Y lo sabían. Como fruto de ello y de lo que seguramente un «sujétame el cubata» épico sacaron al mercado la PVM-4300, conocida como KX-45ED1 en Japón.

La Sony PVM-4300 era un pedazo de bicho de gama alta con un tubo Trinitron de 43 pulgadas que pesaba 200 kilos más otros 77 del soporte. Hoy en día 43 pulgadas nos pueden parecer hasta pocos.

Pero para una televisión de tubo eran una auténtica barbaridad, aunque sólo sea porque la presión que tenía que soportar el tubo, sellado al vacío, crece exponencialmente con su tamaño.

El PVM-4300 salió a la venta en 1989 a un precio de 40.000 dólares, precio que ajustado a la inflación serían unos 100.000 dólares, unos 97.500 euros.

Con ese precio era un producto más de prestigio que para el mercado de consumo, así que no vendieron demasiados ejemplares. De hecho hasta no hace mucho había dudas de que realmente hubiera salido al mercado y que no hubiera sido más que una maniobra de relaciones públicas de Sony pues aparte del material publicitario de la empresa sólo se conocían dos fotos de la tele en cuestión en el MundoReal™.

Hasta que un día Shank Mods recibió un mensaje de un amigo que le decía que había conseguido averiguar dónde estaba hecha una de las fotos en cuestión: el restaurante Chikuma Soba en Osaka, situado en la segunda planta de una fábrica de noodles.

La descripción
La foto en cuestión – vía moveofsunday

Shank consiguió comprobar que efectivamente la foto había sido tomada en ese restaurante. Pero para su horror descubrió que no sólo iba a cerrar en tres días sino que además era porque se mudaban porque el edificio ya no cumplía las normas e iba a ser demolido.

Desesperado, y tras ver que ninguno de sus contactos en Japón podía llegar a tiempo, terminó por pedir ayuda en Twitter a ver si alguien podía acercarse por el restaurante a ver si la tele aún seguí allí. Y aquí apareció Abebe Tinari, que resultó que vive a unos 45 minutos de allí. Pero sólo pudo pasarse por el Chikuma Soba el último día en el que estaba abierto.

Abibi pudo comprobar no sólo que la tele seguía allí sino que el dueño le confirmó que estaba buscando la forma de deshacerse de él. Aunque eso tenía que pasar en dos semanas, que era el tiempo que quedaba antes de que el edificio fuera demolido y el KX-45ED1 con él si nadie lo sacaba de allí.

Con lo que empezó una carrera contra reloj para encontrar una empresa que pudiera encargarse de la logística –recuerda que hablamos de una tele de 200 kilos y su soporte de 77– y conseguir financiación para todo ello, que según Shank salió por el precio de un coche usado.

Una historia muy curiosa acerca de un cacharro impresionante que probablemente puede ser considerado ¡el culmen del desarrollo de los televisores de tubo. Que, por cierto, Shank Mods explica al principio lo que son porque supone, creo que acertadamente, que buena parte de quienes vayan a ver el vídeo, no tendrán muy claro lo que es eso.

Relacionado,

Compartir en Flipboard Publicar / Tuitear Publicar
PUBLICIDAD


Por @Wicho — 9 de enero de 2025

La descripción
El InkPoster de 28,5 pulgadas en el MundoReal™ - PocketBook

Hace años que he desistido de intentar seguir mínimamente el CES por la cantidad de productos que se presentan en él. Pero en la edición de 2025 hay un producto que me ha llamado mucho la atención, el PocketBook InkPoster™. El fabricante lo define como «el primer póster de ePaper digital a color del mundo.» Pero a mí me parece una solución que por fin podría sacar del olvido todas esas fotos en formato digital que duermen medio olvidadas en nuestros discos duros y memoria de los móviles sin que nunca las veamos.

Sí, es algo que se puede hacer con una tablet o un ordenador viejos. O incluso con una Raspbery Pi y un monitor. Pero todas esas soluciones necesitan alimentación y por ende al menos un cable, lo que complica –al menos estéticamente– lo de colgarlos en una pared.

Pero sin embargo el InkPoster, al utilizar tinta electrónica, funciona con una batería recargable interna que le da hasta un año de autonomía entre cargas. Las imágenes a mostrar se le envían desde una aplicación para móvil, sí que no hace falta tocarlo para cambiar lo que muestra.

Hay tres tamaños: 31,5, 28,5 y 13,3 pulgadas. Las medidas en centímetros, incluidos el paspartú blanco y el marco de aluminio negro son de 59,9×93,47×2.45; 70,92×88,37×2,45; y 33,72×41,2×2,45 cm. Sus resoluciones respectivas son de 2.560×1.440 , 2.160×3.060 y 1.200×1.600 puntos lo que se traduce en 94, 131, y 150 puntos por pulgada, lo que en principio parece más que suficiente teniendo en cuenta que, especialmente en el caso de los dos más grandes, no vas a mirarlos de cerca. El de 31,5 pulgadas tiene formato 16:9; los otros dos son 3:4. Se pueden colocar tanto en vertical como en horizontal.

En cualquier caso lo importante es la fidelidad en la reproducción de las imágenes. Para ello utilizan pantallas E Ink Spectra™ 6 que prometen 60.000 colores. Claro que la prueba del algodón estaría en poder ver esas pantallas en directo.

El modelo de 28,5 pulgadas incorpora además una placa base IGZO de Sharp, lo que le da una mayor velocidad de refresco que a los otros dos modelos. Aunque no se muy bien para qué. ¿Quizás si lo usas para mostrar información que se vaya refrescando con más o menos rapidez?

Todavía no hay anunciada una fecha de disponibilidad, aunque casi mejor para poder ir ahorrando, ya que no son dispositivos precisamente baratos: el de 13,3 pulgadas sale por 599 dólares; el de 31,5 se va ya a los 1,700; y el de 28,5 con su frecuencia de refresco acelerada ni más ni menos que a los 2.400. Que habría que ver cómo se traducen a euros, claro.

Compartir en Flipboard Publicar / Tuitear Publicar
PUBLICIDAD