Yo de pequeño quería ser inventor. Tal vez por eso me haya resultado especialmente entrañable este vídeo de SciFri acerca de Little Inventors, una organización sin ánimo de lucro que se dedica a hacer realidad los inventos de niños y niñas. Y es que quizá precisamente es de ahí de donde pueden surgir los inventos más osados y creativos, cuando no se tienen en mente restricciones como la practicidad, los presupuestos o las leyes de la física.
El vídeo tiene una buena dosis de ejemplos, con sus dibujos y explicaciones. Normalmente son artilugios surgidos a partir de concursos sobre cómo resolver un problema («Cuidar el mar», «Aprovechar mejor la comida», «Conquistar los planetas») que la organización plantea en los colegios. Me recordaron mucho a las ideas de Future Founders o Inventors, dos iniciativas similares.
Con las propuestas un equipo de diseñadores, ingenieros y especialistas toman esas ideas y dibujos y buscan a expertos, artesanos y programadores para hacerlos realidad. Una joven inventó un andador para ancianos con un sensor que detecta obstáculos o peligros; otra unas gafas de colores para gatos. Entre las ideas más imaginativas están una montaña rusa lunar, un castillo inflable que se mueve sobre una furgoneta y una máquina que cuando estás triste te da un chocolate.
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