Este reloj denominado Cold War Clock hace honor a su nombre al haber sido fabricado en la era moderna pero únicamente con componentes y tecnologías anteriores a 1959.
El corazón del reloj son unos tubos Dekatron como los que se usaban en las calculadoras y ordenadores de la época, y que básicamente se usaban para contar: cada vuelta del indicador de neón suponía diez pulsos y era una señal que podía usarse para controlar otros componentes electrónicos (la frecuencia típica era de varios kHz pero los había hastas de 100 kHz y 1 MHz).
La parte «bonita» de la caja son los tubos nixie, tan característicos y llamativos, con sus diez dígitos luminosos. Su creador consiguió encontrar unos tubos nixies soviéticos en buen estado y en la caja acabaron.
La página de fotografías de este peculiar reloj de la Guerra Fría muestra lo intrincado de su electrónica y cómo se accede a cada uno de los componentes. Una auténtica labor de relojero – «electrónico» en este caso.
En Hack A day, que es donde lo vi gracias a un enlace que me pasó David Ibáñez, dicen que construirlo cuesta no es precisamente barato: unos 1.600 dólares actuales. Digo actuales porque en su día (1959) los componentes venían a costar unos 2.100 dólares, que teniendo en cuenta la inflación serían más de 17.000 dólares de hoy en día
Aquí puede verse en acción:
Reconozcámoslo: da gustirriín revivir la era de la electrónica de tubos: el reloj no tiene ni un «componente de estado sólido» moderno, y eso es precisamente parte de la gracia. En el vídeo se puede ver cómo se ajusta manualmente la hora y cómo se podía programar incluso una alarma. ¡Hasta tenía sonido!
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