Por @Alvy — 30 de agosto de 2018

Este invento experimental de la Universidad de Melbourne de un poco de yuyu al más puro estilo Black Mirror, aunque en este caso lo llaman Biometric Mirror.

Se trata de una iniciativa de concienciación en forma de software de reconocimiento de rostros con cámaras. Analiza tanto características físicas como la forma en que la gente «percibe a los demás». Lo denominan información psicométrica: género, edad, etnia… pero el problema está en los datos más peculiares que también se valoran: responsabilidad, atractivo o sociabilidad, entre otros.

Biometric Mirror

De toda esa información la parte objetiva (ej. «edad») se combina con la parte peculiar y subjetiva gracias a una base datos generada mediante crowdsourcing por otras personas. Esto surge de una revisión y valoración «manual» de las fotos – como en esos sitios y apps en los que se «votan» fotos de otras personas valorando si la gente si es guapa, fea, parece confiada de sí misma, amable, etcétera. Lo cual no tiene que ser correcto, por razones obvias. Pero, ¿y si todo se atribuye a un algoritmo inteligente sin más?

Como parte del experimento tienen a la máquina funcionando en una de las zonas públicas de la universidad para concienciar a la gente sobre las cuestiones éticas relacionadas con la inteligencia artificial y los algoritmos. ¿Qué sucedería si esos datos los usara una empresa a la hora de contratar gente? ¿Si sirvieran para dejar entrar a alguien a un recinto de espectáculos o no? ¿Si se emplearan para decir quién tiene derecho a voto por ser más «responsable» o «emocionalmente estable»?

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