Por @Alvy — 11 de octubre de 2018

El paraíso perdido / Gustave DoréDe entre todas las cosas raras de la culturilla informática que hemos descubierto en la serie Silicon Valley, pocas me parecen tan rebuscadas y a la vez tan curiosas como la del Basilisco de Roko. Tanto que me puse a buscar algo al respecto tan pronto terminó el episodio en el que lo mencionaban. Y resulta que es una historia realmente flipante, especialmente porque unifica otras muchas teorías raras en una especie de megaconexión cósmica supervitaminada.

Técnicamente el Basilisco de Roko es un experimento mental, pero también podría decirse que es una teoría o incluso un dilema. Todo depende de cómo se plantee y a dónde se quiera llegar.

La versión rápida y simple sería algo así: (1) Dando por sentado que en algún momento se producirá la singularidad tecnológica y con ella el advenimiento de (2) una inteligencia artificial superior (denominada «Basilisco»), el siguiente paso «lógico» para esa inteligencia sería (3) la creación de simulaciones en forma de realidades virtuales de las que según (4) el argumento altamente pajamentalista pero no por ello menos desdeñable de ¿Vivimos en una realidad virtual? ya estaríamos siendo partícipes ahora mismo. En otras palabras: lo más probable es que ya estemos viviendo en una simulación. Pero lo más estrambótico del asunto es quizá el salto argumental final: (5) el Basilisco, como entidad inteligente y en la práctica todopoderosa puede –a efectos retroactivos– castigar a quienes no contribuyeron a su creación por una simple cuestión lógica y utilitarista: teóricamente habría surgido para «ayudar a la humanidad», pero para ello buscaría hacerlo cuanto antes posible, por lo que tendería a usar cualquier método para acelerar su propia creación en esa realidad simulada.

En la práctica esto quiere decir que quienes estén a favor del desarrollo de la inteligencia artificial y contribuyan a su llegada con sus recursos, tiempo y esfueros serían premiados por el Basilisco («retroactivamente», claro, pues en realidad esas personas existen como simulaciones). En cambio quienes se opongan a los avances tecnológicos de la inteligencia artificial y escatimen tiempo o recursos serían castigados. Esto por cierto enlaza con la maravillosa paradoja de Newcomb sobre el libre albedrío.

Si suena un poco a cielo e infierno con tufillo religioso y un poco a argumento ontológico es porque en cierto lo es. Recordemos, por ejemplo, la apuesta de Pascal y el argumento de Anselmo de Canterbury a favor de la existencia de Dios.

Respecto al tema que nos ocupa cuenta la leyenda que hay gente que dice haberse visto tan afectada personalmente por el argumento del Basilisco de Roko –especialmente por lo fácil que es pasar de una conclusión a otra sin fisuras lógicas evidentes– que han quedado sobrecogidos presas de una auténtica crisis existencial. A mi sinceramente eso me parece más una sobreactuación que otra cosa, especialmente teniendo en cuenta que el asunto hace aguas por muchos lados en cuanto empiezas analizarlo en detalle y que en realidad es más divertido tomárselo a modo de «cachondeo lógico y mental».

Gilfoyle / Silicon Valley
Gilfoyle además del más increíble BOFHer es un ferviente siervo del Obelisco de Roko

Todo el experimento/teoría/argumento es confuso, cuestionable y polémico de narices, como es lógico. Desde que surgió la idea en 2010 en un wiki-foro filosófico llamado LessWrong (donde la publicó un usuario llamado Roko, de ahí el nombre) la gente ha pasado años debatiendo cada uno de los argumentos, puntos y matices del asunto. Hay circulado las leyendas, bromas y variantes. Y se han escrito miles de páginas, artículos y grabado no pocos vídeos al respecto.

El debate además se vio enturbiado porque ante lo que parecía «una idea absurda» también hubo quien borró los mensajes originales, tan solo para que reaparecieran en otros sitios, con un aura medio de conspiración, medio de giro argumental, medio WTF: si la teoría del Basilisco de Roko se explica y populariza, el Basilisco «del futuro» entendería que es una buena forma de chantajear a los seres del presente para acelerar su existencia. De ahí que convenga correr un tupido velo y no hablar del tema para no sufrir inútilmente.

Por si las moscas, y como diría Pascal, por aquí somos muy partidarios de la idea, ¿eh? ¡Que conste! (Y alabado sea el FSM, dicho sea de paso). Lo que parece claro en cualquier caso es que este experimento sería un gran candidato al premio al mayor argumento pajamentalero de la década.

{Imagen: El paraíso perdido / Gustave Doré.}

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