Por @Alvy — 2 de agosto de 2017

Este curioso time-lapse muestra el trabajo de regeneración de la pista 18L/36R del Aeropuerto de Barajas de Madrid, junto con las calles de rodaje, cables, balizas y otros elementos. Aunque un poco «invisible» es el tipo de trabajo que hay que llevar a cabo cada pocos años cuando los coeficientes de rozamiento o el grosor del pavimento bajan de unos valores preestablecidos.

Y es que las pistas de aeropuerto sufren lo que no está escrito: sobre ellas toman tierra grandes titanes del aire de cientos de toneladas de peso, muchas veces «quemando rueda». Además de eso están las altísimas temperaturas que suelen sufrir – es normal encontrarse muchos récords de temperatura en pistas de este tipo. Y en los momentos «pico» del día pueden estar aterrizando decenas de aviones por hora sobre ellas (el récord creo que está en 120 operaciones por hora sumando sus 4 pistas).

La 18L/36R toma su nombre de la la denominación de pistas estándar internacional; antiguamente era solo una, simplemente llamada «18-36». El primer número indica que su orientación al aterrizar o despegar es de aproximadamente 180 grados (18×10 = 180) y la letra que es «la que queda a la izquierda» (L=Left) de las dos paralelas que tiene el aeropuerto con esa orientación. El segundo nombre es en realidad la misma pista «vista al revés», es decir: la orientada a 360 grados cuando queda «a la derecha» R=Right.

El trabajo se llevó a cabo durante 5 días seguidos, durante los que se trabajó las 24 horas de forma ininterrumpida para poder reabrir la pista cuanto antes. Las cifras son bastante apabullantes: se utilizaron 70.000 toneladas de asfalto, más de 130 camiones y más de una decena de máquinas de vertido de asfalto. Por no hablar de que había máquinas prácticamente dedicadas a los focos y la iluminación nocturna.

Pero además es que las pistas no son «sólo asfalto». A lo largo de sus 4 km de longitud los trabajos incluyeron acondicionar 240 kilómetros de cable primario de balizamiento, 2.000 balizas, arquetas, señales y hasta las galerías subterráneas que transcurren por debajo de ella.

Es bastante impresionante ver la diferencia de la pista gris, desgastada y llena de frenazos del comienzo del vídeo y cómo el reluciente y uniforme asfalto negro va apareciendo capa a capa a medida que pasan las horas. Lo más divertido supongo que fue lo de «pintar las rayas». O quizá, con una pista tan nuevecita y casi «a estrenar», la verdadera gozada que debió experimentar el primero que aterrizó allí tras quedar acabado el trabajo.

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