Puede parecer peligroso. Pero estadísticamente es más peligroso ir a trabajar en coche.
Este precioso mini-documental de Great Big Story tiene unas imágenes preciosas a vistas de dron: las de los campos de aerogeneradores y la gente que trabaja en las labores de mantenimiento y reparación de las gigantescas turbinas eólicas y sus hélices. Algo así como ser los mejores amigos microscópicos de los gigantes de los campos, pero en versión siglo XXI.
Jessica Kilroy es una de estas técnicas y narra su experiencia cotidiana: subir hasta 100 o 150 metros de altura por una pequeña escalera, echar un vistazo a las asombrosas vistas y arreglárselas para reparar lo que esté estropeado: a veces mediante lija, reemplazando piezas o simplemente haciendo el mantenimiento rutinario. Las averías típicas incluyen hélices y palas rotas debido a los vientos (aunque suelen funcionar con vientos de 30 o 40 km/h a veces llegan a duplicar esa velocidad). Los aerogeneradores suelen ser también las estructuras más altas de las zonas campestres en que están instalados, de ahí que mirar desde las alturas suela ser lo más espectacular imaginable.
Dice Kilroy que para ella es toda una experiencia poder dedicarse a algo que no solo le gusta –otra de sus pasiones es la escalada– sino que además se siente especialmente útil al contribuir en un negocio de energías limpias para cuidar el planeta. El dato es que en Estados Unidos hay 4.400 técnicos en trabajos de este tipo, cifra que se duplicará en los próximos diez años.
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