Esta historia es interesante: cookies, publicidad, márketing. Al parecer las cookies están perdiendo su efectividad. Bueno, no es el Fin del Mundo™, pero casi. Al menos para algunos.
Net Marketers Worried as Cookies Lose Effectiveness - Según un artículo titulado Expertos del Márketing en Internet están preocupados por la descendente persistencia de las cookies parece que más o menos el 40 por ciento de los navegantes borran sus cookies todos los meses (según Jupiter Research), algo que atribuyen a asociaciones erróneas con el software spyware y invasión de la privacidad. Se cree que podría usarse una alternativa basada en Flash (...) El artículo no menciona el plugin para Firefox que borra las cookies, ni por qué la gente quiere realmente borrar las cookies. Es la forma de verlo desde el punto de vista del márketing.Las cookies son pequeños trozos de código que los servidores web envían al navegador web con que la gente visita sus páginas (así luego pueden leerlas). Se quedan grabadas en el disco duro. De este modo sirven para identificar de forma individual a cada «visitante» de un sitio web y se pueden hacer ofertas u otro tipo de seguimiento combinando esa información con datos de segmentación (país, edad, compras realizadas, etc.) Un ejemplo típico es no mostrar un anuncio más de x veces a la misma persona. Otro es guardar su nombre para saludarle en la siguiente visita. Algunas agencias y sitios web utilizan cookies de forma global, «cruzándolas» entre diversos sitios web, de modo que la gente va «arrastrando» sus cookies e información personal de sitio en sitio, aunque sea la primera vez que llega a una nueva web. Esto último es algo complicado de conseguir, pero es posibgle siempre que un anunciante o agencia esté presente en todos esos sitios o si esos sitios quieren realmente comunicarse esa información entre sí (lo que no es fácil es robar cookies de otros sitios a los visitantes).
Algunas personas les tienen mucha manía a las cookies. Pero en general se puede decir que no son especialmente peligrosas ni malas de por sí. Todo el mundo se ha acostumbrado desde hace años a vivir con ellas. Si las desactivas, algunos sitios web no funcionan, especialmente las tiendas.
Por poner un ejemplo fácil de entender de uso normal y corriente: el contador de visitas de Microsiervos te envía una cookie cuando lees nuestra página web. De ese modo luego al leer las estadísticas podemos saber cuánta gente vuelve a visitarnos de un día para otro, quienes han venido dos veces, o diez, o más (aunque esta informacion sea general, sin que se manejen datos «personales», claro). Algunos sitios web hacen mal usos de las cookies y pueden utilizar información personal que introdujiste en una web, o un historial de navegación, para «beneficiarse» de eso en otra web, personalizando tu visita mucho más allá de lo deseable.
Las cookies están activadas por omisión en todos los navegadores web del mercado. Tal vez sólo un uno o dos por ciento de la gente las anula completamente. Hace cinco o seis años alguien de DoubleClick, la más poderosa agencia de publicidad Internet, me dió un dato espectacular: es tal el control que mantienen sobre las cookies en su sistema global de publicidad que por aquel entonces sabían que sólo unos pocos cientos de personas borraban sus cookies al cabo de un año, en todo el mundo. Seguramente era una exageración. Pero venía a querer decir que el hecho de que unos pocos borraran sus cookies no les suponía un problema importante.
Cuando alguien borra sus cookies, está borrando todo su historial, digamos. A todos los efectos es como una persona nueva y diferente que está navegando por ahí.
Si hoy en día el 40% de la gente borra sus cookies una vez al mes, y el 60% las ha borrado alguna vez, eso quiere decir que en pocos meses una enorme proporción de los internautas se convierten en «nuevos individuos» a los ojos de todos los sistemas de segmentación de publicidad. Y de todos los sistemas de afiliación. Y de las tiendas. Y de muchos otros sistemas.
Es normal que los marketoides no estén muy contentos con que eso suceda.
Por desgracia para ellos, no pueden hacer nada para evitarlo.
(Vía Slashdot.)