Por @Wicho — 18 de junio de 2005

Este artículo fue publicado originalmente el 7 de diciembre de 1997 en el periódico El Ideal Gallego; en esta revisión me he limitado a añadir algunos enlaces.

Un uso inesperado de la red

Aunque la idea que puso en marcha la creación de Arpanet, la red que a la larga terminaría por convertirse en Internet, fue el facilitar a los usuarios de ordenadores, que a finales de los años 60 eran un bien muy escaso, el acceso a éstos, pronto resultó obvio que muy poco de su capacidad se estaba utilizando para esto y que lo que más tráfico generaba era el intercambio de correo electrónico entre sus miles de usuarios.

Así, aunque un usuario de Nueva York podía usar un ordenador situado en California sin tener que realizar un viaje de costa a costa de los Estados Unidos, esto fue teniendo cada vez menos importancia.Los creadores de Arpanet no tenían en mente un sistema de comunicaciones que uniera a personas de todo el planeta, pero en cuanto hubo dos o tres decenas de nodos en la red sus usuarios conviertieron ese conjunto de ordenadores conectados en un sistema de comunicaciones personales y profesionales practicamente por casualidad.

La idea de intercambiar mensajes electrónicos entre usuarios de un mismo ordenador no era nueva, ya que por aquel entonces lo habitual era compartir el ordenador con otros usuarios. Cada uno de los ellos tenía reservado un espacio en el ordenador en el que se le podían dejar mensajes, igual que si fuera el buzón de su casa. Cualquier usuario le podía enviar un mensaje a otro, pero sólo el propietario de cada uno de los buzones podía leer su contenido.

Esto resultaba muy cómodo cuando los horarios de dos personas no coincidían o cuando trabajaban en extremos opuestos del campus de una universidad, pero en algunos casos era superfluo, pues bastaba con asomarse al despacho de al lado.

Al ser uno de sus objetivos unir ordenadores dispersos geográficamente, la red creada por la ARPA cambió todo esto e hizo que el correo electrónico se convirtiera en algo realmente útil, ya que permitía a los usuarios intercambiar ideas y proyectos cómoda y rápidamente, convirtiéndose en el servicio más usado de la red.

Un «apaño»

El primer intercambio de correo electrónico entre dos ordenadores fue llevado a cabo en 1971 por Ray Tomlinson, un ingeniero de Bolt Beranek and Newman, la empresa encargada de poner en marcha Arpanet.Algún tiempo antes Tomlinson había escrito un programa para enviar y leer correo electrónico. Este programa estaba dividido en dos partes: para enviar el correo se usaba un programa llamado SNDMSG y para leerlo se usaba READMAIL, pero estaba pensado para manejar correo dentro de un sólo ordenador.

Un día, como había varios ordenadores Digital PDP-10 en funcionamiento en las instalaciones de BBN y en casi todos ellos estaban instalados SNDMSG y READMAIL, a Tomlinson se le ocurrió hacer un «apaño» (lo que en inglés se denomina hack, un programa creativo o inspirado) a SNDMSG de tal forma que fuera capaz de enviar los mensajes de un ordenador a otro. Para ello modificó el programa de tal forma que era capaz de enviar los mensajes de un ordenador a otro usando CPYNET, un protocolo también creado por él para copiar ficheros de un ordenador a otro.

Esta modificación del programa funcionó, y aunque para ir de un PDP-10 a otro el mensaje no había viajado a través de Arpanet, y técnicamente no tenía nada de revolucionario, la idea de poder enviar mensajes de un ordenador a otro sí lo era: ya no había nada que impidiera al correo electrónico cruzar la red.

Aprovechando otra idea

Para ello, en julio de 1972 se propuso que los programas de Tomlinson pudieran funcionar usando el protocolo FTP (File Transfer Protocol, Protocolo de Transferencia de Ficheros), que se estaba diseñando para enviar ficheros de un ordenador conectado a Arpanet a otro.

A fin de cuentas, si funcionaba sobre CPYNET, que hacía lo mismo entre ordenadores PDP-10, nada impedía que funcionara sobre FTP.

Así, cuando en agosto de 1972 se publicó el documento que describía el protocolo FTP, éste incluía las modificaciones necesarias para poder intercambiar correo electrónico, aunque con el tiempo el correo electrónico llegó a tener sus propios protocolos.

La arroba

Aunque Tomlinson ya era conocido por SNDMSG, READMAIL y CPYNET, se haría aún más conocido por una decisión que tomó mientras escribía esos programas. Necesitaba una forma en la que separar, en la dirección de correo electrónico, el nombre del usuario del de la máquina en la que éste tenía su cuenta de correo. ¿Cómo se debía indicar eso? Quería usar un caracter que nunca fuera a formar parte del nombre del usuario, así que echó un vistazo al teclado que estaba usando, un modelo muy común por aquel entonces, y, como él mismo diría más tarde:
Fui el primero en llegar, así que pude elegir a mis anchas.
Escogió la arroba (@), ya que además de no formar parte de ningún nombre, en inglés se lee como «at» (en), lo que la convertía en el caracter ideal.

Seguro que lo que no se imaginaba era que iba a cambiar por completo el significado de una palabra en español (¿recuerda que la acepción orignal de arroba es una medida de peso equivalente a 11 kilogramos y 502 gramos?) y a crear un icono para el mundo en línea.

(última actualización: Junio de 2005)

Compartir en Flipboard Publicar / Tuitear Publicar