Por @Wicho — 26 de noviembre de 2008

Esta página salió en la edición del domingo pasado de La Voz de Galicia, diario en el que nos han fichado como colaboradores para publicar una página sobre tecnología, ordenadores, Internet y esas cosas en la sección de Sociedad.

La Voz de Galicia 23 de noviembre de 2008¿Podemos fiarnos de la Wikipedia?,
La Voz de Galicia 23 de noviembre de 2008.

La enorme cantidad de información hace que a veces sea complicado separar el grano de la paja en la World Wide Web

El fin de semana pasado, un juez de un tribunal de la ciudad alemana de Lübeck ordenaba el cierre de la versión alemana de la Wikipedia a instancias de una denuncia del diputado Lutz Heilmann, quien consideraba que ciertas afirmaciones que se hacían sobre él no solo eran falsas, sino que podrían llegar a motivar una investigación judicial y la pérdida de su inmunidad parlamentaria. En un primer análisis, esto no hace sino corroborar lo lejos que están todavía muchos políticos y jueces de lo que es Internet.

Por un lado, Heilmann podría haber corregido él mismo esas informaciones erróneas, ya que precisamente una de las grandezas de la Wikipedia es que son los propios usuarios los que la editan. O, de no saber o no poder, seguro que podría haber encontrado a alguien en su entorno que lo hiciera. En último caso, un correo electrónico a los administradores seguro que habría arreglado las cosas.

Por otro lado, no puedo decir que el juez se extralimitara porque seguro que está dentro de sus atribuciones el cerrar el acceso a una web, pero me parece una reacción absolutamente exagerada. ¿Cuántas webs habría sino que cerrar cada día solo ateniéndonos al hecho de que tuvieran alguna información errónea, ya fuera de forma intencionada o no?

Como era de suponer, el director de la versión alemana de la Wikipedia, Sebastian Moleski, ordenó inmediatamente la retirada de todas las informaciones referidas a Heilmann «que no estaban demostradas», y el acceso a la Wikipedia alemana quedó expedito de nuevo en cuanto el diputado retiró la denuncia, aunque no queda muy claro si lo hizo en cuanto fueron corregidas las informaciones o en cuanto se dio cuenta de lo que había hecho el juez.

En cualquier caso, Heilmann, por lo visto, pidió disculpas en su blog por haber provocado este cierre, blog que en realidad debe escribirle alguien porque personalmente me parece inconcebible que alguien que escribe un blog pueda haber actuado así.

Todo este asunto, de todos modos, trae a colación el tema de cuánto puede fiarse uno de la información que se encuentra en Internet, y desde luego la Wikipedia suele ser mencionada casi siempre cuando se habla de esto.

Es perfectamente comprensible que alguien pueda pensar que un sitio en el que cualquiera puede editar su contenido pueda estar plagado de errores, pero, de hecho, distintos estudios realizados comparando el número de errores de la Wikipedia y otros formatos más tradicionales, como por ejemplo la Encyclopedia Britannica, han llegado a la conclusión de que la primera es tan buena o mejor que la segunda en ese sentido, pero con la enorme ventaja de que si se detecta un error en la Wikipedia, este puede ser corregido de inmediato, lo que es imposible con sus congéneres de papel, por muchos suplementos con información nueva o correcciones que saquen.

Incluso pruebas realizadas en las que se introducían errores a propósito en la Wikipedia solo sirvieron para comprobar cómo estos eran detectados y corregidos rápidamente.

Además, en las páginas de esta queda registrada la historia de los cambios que se le han hecho a cada una, con lo que siempre es posible repasar su historial y ver qué versiones ha tenido a lo largo del tiempo y qué cambios se le han hecho.

Sentido común
Otro cantar es el resto de la web, en el que sitios como el de la NASA comparten el mismo espacio y compiten por la atención de los usuarios con las webs montadas por aquellos que, por ejemplo, están convencidos de que el hombre nunca llegó a la Luna y que todo es un montaje.

Aquí cabe aplicar el sentido común, igual que debería hacer uno con cualquier medio o fuente de información tradicional, y, si hace tiempo que no vale decir aquello de que «lo vi en la tele» para garantizar la veracidad de una información, tampoco debería valer decir «lo vi en Internet».

Además, a la hora de leer algo en Internet es extremadamente sencillo contrastarlo con otras fuentes, que están a solo un clic de distancia o a una consulta en el buscador favorito de cada uno.

También es muy útil acudir a la red de contactos que va estableciendo uno en Internet para recibir recomendaciones, o usar sitios en los que los usuarios hacen un filtrado colectivo de noticias como por ejemplo Chuza, aunque a menudo en estos lo popular y lo relevante no coinciden y cualquier noticia ilustrada con una foto en la que salga un generoso escote tiene muchas posibilidades de ser más votada que una acerca del último premio Nobel, por ejemplo.

Finalmente, de cara a enfrentarse a todo esto, el Center for Media Literacy de Estados Unidos recomienda hacerse cinco preguntas, aunque bajo mi punto de vista son aplicables a cualquier medio y fuente de información:

¿Quién creó el mensaje?

¿Qué técnicas está usando para atraer mi atención?

¿Se puede interpretar bajo otro punto de vista?

¿Qué valores o puntos de vista aparecen o faltan?

¿Qué me quieren contar?

Y es que siempre es aconsejable mantener una razonable dosis de escepticismo.

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