Por Nacho Palou — 10 de abril de 2014
El nombre del juego Super Planet Crash, de Stefano Meschiari, ya anticipa la dificultad que supone construir un sistema solar, con sus planetas y alguna que otra estrella por ahí dando vueltas y sin que se estrellen —nunca mejor dicho— entre sí.
Cuantos más cuerpos se añadan y cuanto más tiempo se mantengan orbitando sin chocar y sin largarse del sistema solar, más puntos consigues.
El sistema debe ser capaz de mantenerse funcionando durante al menos 500 años; aunque en realidad lo divertido es jugar a desestabilizarlo y que se líe parda entre órbitas.