Por Nacho Palou — 19 de julio de 2001
Respecto a la leyenda urbana sobre los plásticos circulares con que se empaquetan las latas de refrescos, Wylow cuenta:
Nos es tanto el daño que se pueda hacer a los «animalitos» de los vertederos —en efecto ratas y musarañas— y si más el que se puede causar a otros animales cuando los plásticos alcanzan otros entornos, como el mar o el monte. En ciudades costeras, por ejemplo, las gaviotas y otras aves pueden enganchar estos plásticos y hacer que lleguen al mar cuando éstas mueren o se desprenden de ellos más allá de la línea de costa. Cuando esto ocurre y el plástico cae al mar, los peces y pequeños mamíferos pueden engancharlos con su cuerpo y arrastrarlos hasta que éste se desprende o el animal muere asfixiado por su propio crecimiento. Fuera del mar, las víctimas más habituales son los gatos y perros, conejos o ardillas. Pero existe otra razón de más peso y menos idealista por la que los fabricantes de refrescos quieren que cortemos esos plásticos. Espero poder enviárosla los antes posible.
…y en realidad me había salido un poco mejor la historia, pero me ha petado la conexión nada más terminarla y he tenido que repetirla. ¡Ag!