Hacía tiempo que no añadíamos referencias en nuestra sección de leyendas urbanas, y esta encajaría bastante en ese tipo de historias que se repiten una y otra vez y acaban desvirtuadas. Se titula «El despilfarro de 600 dólares en un martillo» y la ha indagado Government Executive, que pese a su título y aspecto no es ninguna entidad oficial ni dependiente del gobierno, sino una publicación como tantas otras (aunque orientada a funcionaros de las administraciones estadounidenses).
La leyenda viene a criticar cómo los gobiernos despilfarran absurdamente el dinero. En este caso se menciona un hipotético martillo, que a veces es un destornillador, o un inodoro, que algún departamento compra y que por cosas de los trámites, papeleos y sobrecostes acaba teniendo un coste de 600 dólares.
Según dicen en GovExec, citando a profesores y antiguos funcionarios del gobierno, el famoso martillo existió, pero su precio original era de 15 dólares, una cantidad mucho más normal y razonable. Lo que sucedió es que era parte de un pedido más grande, con otras herramientas y piezas, que en total costaban unos 435 dólares (aunque luego se exageró a 600 dólares). A la hora de contabilizar el proyecto se repartió el coste total a partes iguales, algo inapropiado porque algunas piezas eran motores y luego estaba el famoso martillo. El resultado: parecía que había un pedido de un martillo de 600 dólares, aunque la realidad era otra.
En cierto modo, me recordó mucho a la leyenda urbana de los bolígrafos del millón de dólares de la NASA, que nunca existieron. La moraleja, según dicen, es que a veces lo que parece un despilfarro es en realidad una pequeña muestra de una mala práctica contable, y que los números así tal cual, y más si están aderezados de historias de oídas, deben tomarse siempre con cautela.
Ya puedes añadir esta historia a tu «lóbulo de leyendas urbanas» para levantar la mano y decir «¡eso es falso!» cuando lo escuches en la próxima conferencia. Que es para lo que sirven muchas de estas perlas del conocimiento… Mmm… Igual merece la pena hacer una recopilación; me lo pensaré a ver qué sale.
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