Por @Wicho — 10 de enero de 2016

El escritor que no sabía leer por J. R. Alonso

Con tan sólo un kilo y medio de peso, el cerebro es la estructura más compleja y maravillosa del universo. En él residen nuestro pasado, presente y futuro.

5 estrellas: interesantísimo, como lo es nuestro cerebro El escritor que no sabía leer y otras historias de la Neurociencia, por José Ramón Alonso. Editorial Guadalmazán 2013. 320 páginas.

En efecto, el estudio del cerebro es algo apasionante, pues como dice la portada del libro el cerebro es lo que somos, lo que hemos sido, y tiene mucho que decir sobre lo que seremos.

Este libro reúne 38 historias, que se pueden leer en cualquier orden, sobre otros tantos aspectos de la neurociencia, que van desde la búsqueda de la piedra de la locura al efecto de las mujeres en el cerebro de los hombres, pasando por las drogas o por daños cerebrales que hacen que un escritor de repente no sea capaz de leer ni lo que él mismo escribe.

Pero son historias contadas no sólo desde el punto de vista de la ciencia sino que además todas incluyen referentes culturales e históricos que las hacen aún más interesantes.

No sabría con cual quedarme, aunque me ha gustado especialmente el titulado Goya y la Duquesa de Alba, una vez más, ya que habla de cómo, por mucho que nuestro cuerpo y nuestro cerebro se vayan desgastando con la edad, todavía es posible –y muy sano– aprender en la vejez; además, a tenor de que nos vamos haciendo cada vez más gruñones con la edad, da un consejo que le vendría bien a algún que otro grinch que conozco:

…una posible vía para paliarlo es alimentarnos con cosas ricas en dopamina o sus precursores como el yogur, las almendras o el chocolate.

Claro que esa historia sobre la vejez compite duramente con la titulada ¿Tienen Asperger los replicantes de Blade Runner?, mi película favorita.

Quizás J. R. me tire de la orejas la próxima vez que me vea, pero su estilo y enfoque me recuerdan mucho al de Oliver Sacks, otro de mis escritores favoritos de todos los tiempos sobre este tema, así que, por si no quedaba claro, este es un libro absolutamente recomendable, que en mi modesta opinión ganó merecidamente el Prisma Casa de las Ciencias a la Divulgación en la modalidad de textos inéditos en 2012.

Además, cómo no voy a recomendar un libro que en la historia titulada El mejor invento español, que no es la fregona ni el chupa chup sino la siesta, dice:

Por lo tanto, vale ya de hablarnos sólo de no comer chorizo ni salchichón, de hacernos correr dando vueltas a la manzana como si nos persiguiera el cobrador del frac, de tomar preparados alimenticios que reducen quizá el nivel de colesterol pero también el nivel hedónico, el placer asociado a la alimentación. Vamos a hacer algo a favor de la salud pública y que engarce con las más sólidas tradiciones culturales ibéricas: vamos a dormir la siesta.
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