Por Microsiervos — 4 de Mayo de 2017

Douglas Coupland by Elliot Kennedy
Douglas Coupland / Foto: Elliot Kennedy

Ignacio nos escribió desde Chile para facilitarnos esta entrevista que tuvo ocasión de realizar a nuestro Santo Patrón con motivo del encuentro científico ciudadano Congreso Futuro que se celebró el pasado mes de enero. Se publicó originalmente en el número de abril de la revista española Quimera.

Entrevista a Douglas Coupland

Por Ignacio Molina y Carolina Pareja

Si escribimos «Douglas Coupland» en Google es probable que nos aparezca esta frase: «Extraño mi cerebro preinternet». Es una de esas citas que este escritor canadiense gusta arrojar en charlas y entrevistas. ¿A qué se refiere con ella? Tal vez a la neurosis de tener que estar siempre conectado. Un asunto que ha tratado en libros como JPod, You Know Nothing of My Work!, Generation A y Bit Rot.

«Las personas se hastiarán muy rápido con la tecnología. Si le describieras Google a alguien de 1990, pensaría que vivimos en una era dorada de infinitas opciones e hiperinteligencia; en cambio, sólo esperamos a ver qué nuevas cosas puede hacer el próximo iPhone», dice Coupland, vía Gmail, en entrevista con Quimera.

En 1991, cuando la MTV, Winona Ryder y las pizzas lo eran todo, Coupland fue aclamado como el Salinger de nuestros tiempos. La crítica estableció que con su novela debut, Generación X, había logrado capturar la apatía y el hastío de aquella época a través de un trío de veinteañeros que iban contando su vida y su manera de ver el mundo.

El libro, estableciendo la cultura popular como eje, estaba además «plagado de alusiones a signos de consumo y discursos publicitarios», como escribe Vicente Verdú en el prólogo de la edición española publicada en Ediciones B.

Tras su segunda novela, Planeta Champú, de la que se confiesa arrepentido, y La vida después de Dios, una colección de relatos que pasó casi desapercibida, Coupland publicó la obra que perfilaría la dirección de su posterior literatura: Microsiervos. El canadiense había logrado capturar otra vez un tema contemporáneo: cómo la tecnología protagonizaba nuestras vidas. Y recuerda: «Ese libro miraba al mundo de culto de Microsoft y de las startups de tecnología de principios de los noventa. Pero comencé a investigar el impacto de la tecnología a gran escala con You Know Nothing of My Work!, la biografía sobre Marshall McLuhan».

Cuando iniciaste tu carrera literaria, a comienzos de los noventa, a la crítica le llamó la atención la importancia que le otorgabas a la cultura popular en tus novelas. Hoy en día ese asunto se ha convertido en un tema, digamos, popular. ¿qué fue lo que ocurrió?

No sé si es un tema popular. Puede que sea el único tema. Ya no es posible delimitar lo popular de la cultura. Pero para mí todo se fundió alrededor del 2012.

¿Qué ocurrió ese año?

Un montón de personas realmente improbables me mandaron mails con enlaces a vídeos de charlas TED. Entonces me di cuenta de que todas esas personas estaban absorbiendo y esparciendo un montón de contenidos sin ningún tipo de filtro. No había puntos de vista: sólo ciento por ciento puras absorciones crudas. Eso me perturbó. Habiendo vivido en un mundo pre-geek, predispositivos, me sorprende un poco que la gente quiera estar siempre conectada. La verdad es que habría esperado mucho menos alcance.

Y tú, ¿cuántas horas al día pasas conectado?

Déjame pensar… Escribo, así que se hace difícil dividir mis horas frente al portátil en modo hoja de cálculo. Diría que… ¿tres horas?

¿Y en qué redes sociales participas durante esas tres horas?

Estoy en Twitter [@DougCoupland] y en Facebook, pero sólo porque otras personas se hacen pasar por mí, así que tengo que tener esas cuentas con mi nombre. Rara vez uso las dos: sería como transformar mi vida en un trabajo. Además, cada vez que entro en Facebook, salgo de mal humor.

¿Qué te molesta de Facebook?

Que las personas sólo publiquen lo que ellas creen que representa la felicidad de sus vidas. Pero la naturaleza humana es la naturaleza humana, así que la felicidad de otras personas hace sentir mal al resto. Todo el mundo quiere que el resto de personas sean felices, pero no demasiado, la verdad.

¿Cómo ves los cambios en el lenguaje considerando el protagonismo de las redes sociales en la comunicación?

El lenguaje sólo evoluciona, nunca involuciona; que involuciona es lo que pensaría alguien de ochenta años. La rápida mutación del inglés —asumo que del español también— sólo refleja nuestros cambios colectivos. Es fascinante. Sólo pensar en la palabra unfriend [acto de eliminar a alguien de una lista virtual de amigos], por sí sola, te dice cuán lejos hemos llegado.

En tus novelas usas ese tipo de palabras. ¿Es posible que se vuelvan anacrónicas y las siguientes generaciones no las entiendan?

No lo sé. Creo que tengo muy buen olfato para detectar qué es lo que se queda y lo que no. Pienso que Microsiervos se ha transformado en una novela de culto precisamente porque apunta al cerebro de mitad de los noventa. Es como la cápsula de un tiempo que ya no existe.

Ya que hablas de cápsulas de tiempo: ¿has pensado en escribir una novela que recopile tus tuiteos?

Cory Arcangel ya lo hizo: es un artista fantástico. Escribió una novela epistolar, The Gum Thief, publicada en 2007, que era una mezcla de correos electrónicos y, en menor medida, cartas tradicionales. Es uno de mis libros favoritos.

¿De qué trata?

Cory, mediante Twitter, buscó y grabó cientos de tuits que contenían la frase «trabajando en mi novela» e hizo una secuencia de esas frases. Partió siendo gracioso y después se convirtió en algo desesperado y triste. Me refiero a cómo él pudo registrar cuán ciegamente es la gente que pone a la novela como el ápice de la experiencia humana.

¿Conoces a Tao Lin?

No.

Es un escritor que es continuamente comparado contigo. Y que pone a la novela en el ápice y que escribió una basada en sus chats de Gmail.

Pues ahora realmente quiero leerlo.

¿Existe algún libro que te hayas arrepentido de haber escrito?

Sólo mi segunda novela, Planeta Champú. No tenía editor y fui mal aconsejado por personas en las que confié equivocadamente. Pero, tras hacer ese segundo libro, pude continuar escribiendo sin toda la presión que representa la pregunta: «¿Cuál será tu siguiente libro?»

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Ignacio Molina nació en Curicó, Chile, en 1983. Trabaja como periodista en el diario Las Últimas Noticias y como colaborador en el portal VICE México. Carolina Pareja nació en Santiago, Chile, en 1983. Trabaja como zapatera en La Pareja Zapatos y también mantiene los sitios Frutillablog y 100 Bordados. Fotografía: Elliot Kennedy.

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