Gun Button to Fire: A Hurricane Pilot's Dramatic Story of the Battle of Britain. Por Tom Neil. Amberley Publishing (15 de marzo de 2012). 320 páginas.
Un encuentro fortuito con un miembro en formación de la RAF cuando tenía doce años convenció al autor de que él también quería entrar en la fuerza aérea y, de hecho, ser piloto. Aunque sus padres no estaban muy de acuerdo y le buscaron trabajo en un banco.
Pero como compromiso en cuanto tuvo edad se alistó en la Reserva Voluntaria de la RAF, lo que simultaneaba con su trabajo en el banco. Hizo su primer vuelo el 22 de octubre de 1938 en una Gipsy Moth y para el 20 de abril de 1939 le dieron la suelta en una Tiger Moth.
El uno de septiembre, con la invasión de Polonia por parte de Alemania, fue llamado a filas y enviado a un escuadrón de formación, de dónde, una vez graduado, fue enviado al 249 Escuadrón, un escuadrón en formación al que se incorporó el 15 de mayo. En él voló Spitfires hasta el 11 de junio, cuando fueron reequipados con Hurricanes, el avión que salvó a Gran Bretaña y que además hizo muchas cosas más, a partir del día 12.
Él y sus compañeros no lo sabían pero eso les daba aproximadamente un mes para adaptarse a sus nuevos aviones antes de que comenzara la Batalla de Inglaterra, sin duda una de las más importantes de la Segunda Guerra Mundial, ya que impidió que Alemania invadiera Gran Bretaña, cambiando el curso del conflicto.
Este libro son sus memorias desde que empezó su entrenamiento hasta el 31 de diciembre de 1940, así que cubre todo el periodo de la Batalla de Inglaterra y parte del de la campaña de bombardeos masivos por parte de la Luftwaffe.
Durante este periodo voló 141 misiones en las que su único contratiempo serio fue el siete de noviembre cuando una colisión con el avión de un compañero le obligó a saltar en paracaídas.
Pero el libro, escrito a partir de sus recuerdos y de la copiosa correspondencia que mantuvo con sus padres, no habla sólo de combates aéreos, que por supuesto, y de lo que hacían bien, mal o regular durante ellos, sino que también habla de cómo se sentían al tener que disparar –y en ocasiones matar– a otras personas y de cómo gestionaban la muerte de sus compañeros.
Incluye un montón de fotografías y un epílogo escrito en 2010, año en el que fue publicado el libro en el que Neil cuenta qué fue de los compañeros que dejaron más huella en él durante aquel periodo.
Una autobiografía cruda y descarnada a la vez que a ratos inocente porque apenas había cumplido 20 años. Muy interesante.
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