Mi barco que vuela Por Manuel Belmonte de Gálvez. Amazinante Ediciones (18 de noviembre de 2022). 430 páginas.
Nuevas aventuras de los ficticios Andrés Belmonte y Jorge De Gálvez y su ficticia compañía durante sus primeros años como pilotos de los «botijos» apagaincendios del fictio 34 Escuadrón, que «casualmente» tanto se parece al 43 Grupo de Fuerzas Aéreas.
Pasados ya sus años de formación y su etapa inicial en el escuadrón, relatados en En pasada, esta segunda parte de sus andanzas se centra más en cómo poco a poco van ganando confianza a los mandos de sus anfibios hasta terminar como comandantes de aeronave.
Pero no es un camino fácil ni exento de problemas. Por un lado porque son humanos y porque tienen dudas. Por otro porque el sentido común a menudo parece el menos común de los sentidos en el 34 a la hora de hacer las cosas. Y no hablemos de la resistencia al cambio y a la innovación. Si las cosas siempre se han hecho de una manera será por algo. Aunque casi el 20 % de la flota de Canadair 215 y 415 construida haya sido perdida en accidentes, a menudo con sus tripulaciones completas.
Todo descrito con las apropiadas dosis de realismo, humor, e incluso sarcasmo cuando es necesario.
Una novela entretenidísima para cualquiera con algo de aerotrastorno y más si además tienes algo de interés en lo que hace el 43 Grupo de Fuerzas Aéreas, que año tras año se lo juega todo para proteger la naturaleza de los incendios forestales. Aunque recordemos que cualquier parecido entre el 43 Grupo y el Escuadrón 34 no es más que pura casualidad.
El libro tiene banda sonora, por cierto.
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