Por @Alvy — 27 de diciembre de 2008

5 estrellas: Completa, precisa y detallada tanto en los aspectos técnicos como humanos del genio Wizard: The Life and Times of Nikola Tesla, Biography of a Genius. Marc Seifer. Citadel (2001). 542 páginas, inglés.

Esta completa biografía de Nikola Tesla, «el hombre de inventó el siglo XX» es una auténtica delicia por lo completa y llena de detalles que está tanto a nivel personal como profesional. Bebiendo de múltiples fuentes, documentos originales y archivos de cartas y otra documentación, su autor trabajó durante años para terminarla hacia 1996 para publicarla algunos años después.

En el libro se detallan todas las invenciones de Tesla tales como las bobinas para el generador eléctrico de corriente alterna, el motor de inducción (eléctrico), el alternador, sistemas de control remoto, velocímetros de precisión y muchos más, así como sus avances e intentos en el campo de la transmisión de energía e información sin hilos. La realidad es que vivimos hoy en día rodeados de sus invenciones y nada le podría producir más placer al propio Tesla, quien valoraba que sus inventos ayudaran a la humanidad por encima de cualquier premio o reconocimiento, incluso los económicos.

La mini-biografía de Nikola Tesla que preparó Nacho con motivo del 150º aniversario del nacimiento del genio es un excelente resumen de su vida y obra, de modo que aquí reseñaré únicamente algunos otros aspectos que me llamaron poderosamente la atención y que allí fueron tratados someramente.

  • La personalidad de Tesla. A medida que uno lee todos los detalles sobre su personalidad con el paso del tiempo se da cuenta de cuán prototípico resultó para los tópicos del «científico loco» y del genio arisco y antisocial que décadas después inspirarían a genios y villanos en novelas y películas. Tenía pocos pero grandes amigos y se dice que era rudo con los camareros, limpiadoras, ayudantes y casi todo el mundo en general. Nunca llegó a casarse ni a tener hijos y prefirió dedicar su vida cien por cien a la ciencia. Ya bien adulto decía dormir solo dos horas al día, aunque disfrutaba de siestas a cualquier hora. Padecía una larga lista de trastornos obsesivos: lavarse las manos continuamente y no saludar dándole la mano a nadie, vivir siempre en hoteles, tener siempre reservada una mesa en el restaurante sólo para él, escribir las cartas más importantes sólo en «viernes y 13», cambiar los guantes continuamente, no beber agua del grifo y cosas así. (Muchas tenían que ver con que probó un microscopio para ver cómo eran los gérmenes.)
  • Un alma cándida del que muchos se aprovecharon. Es bien sabido que a Tesla le robaron y que Thomas Alva Edison no fue el único (se aprovechó de sus inventos y luego se negó a pagarle lo acordado). Tal vez por candidez, renunció a suculentos royalties relacionados con sus patentes sobre la generación y transmisión de electricidad alterna a favor de George Westinghouse, aunque recibió un pago inicial con el que se financió durante unos cuantos años. El banquero J.P. Morgan (que bien podría pasar a la lista de Grandes Cabrones de la Historia) se aprovechó de él cuando Tesla mostró su confianza cediéndole el 51% de su propia compañía y todos los beneficios de las patentes de buena fe (aunque inicialmente hablaron de un 50-50%): el problema fue que cuando Tesla necesitó más financiación para completar sus experimentos el banquero se la negó y le tuvo atado debido a ese porcentaje de control casi como a un esclavo. Se negó a darle más dinero y a devolverle el control de la compañía, lo que llevó a Tesla a una situación de ruina que le acompañaría hasta el fin de sus días. La relación de Tesla con Morgan era casi masoquista, y no está claro como el gran hombre dejó su futuro tan en manos del banquero.
  • Vida entre dificultades y enemigos. Los tiempos a finales del XIX y principios del XX eran convulsos y los inventores libraban eternas batallas sobre sus patentes. Se considera que Tesla no sólo fue el creador de muchos inventos prácticos sino el facilitador y precursor de otros, pero los hechos no siempre eran los mismos que reconocían los jueces en los litigios sobre patentes. El caso de Marconi, su némesis, fue especialmente sangrante, pues se aprovechó de los inventos de Tesla sin reconocimiento para su telegrafía sin hilos y posteriormente la radio. Si bien es cierto que siguió la línea correcta de desarrollo práctico mientras Tesla intentaba otras líneas sin salida, al final la historia reconoció el mérito de Tesla. El odio mutuo que se profesaron perduró durante todas sus vidas.
  • Interesantes fases vitales. Ver de un vistazo la vida de un genio permite ver cómo su etapa más creativa y productiva fue sin duda entre los 25 y los 39 años: se decidió a emigrar a Estados Unidos, cumplió el sueño americano, tuvo los redaños para mandar a freír espárragos al «gran» Edison y culminó muchos de sus proyectos. A partir de los 40, en cambio, el camino fue una cuesta abajo sin fin: proyectos inacabados, problemas económicos, elegir a los socios equivocados, alejamiento de la familia, volcarse en ideas imposibles a las que se aferraba a toda costa... A pesar de todos los reconocimientos que obtuvo, pasó durante años desapercibido, como si no hubiera existido nunca. Según las épocas hablaba más o menos con los periodistas para hacerse algo de «publicidad». El gran Hugo Gernsback, pionero de la ciencia-ficción, le idolatraba y convirtió muchas de sus ideas en relatos futuristas, que han llegado hasta nuestros días.
  • Un mundo extraño. Entre sus más extraños «inventos» o «intentos de» quedaron la transmisión de energía sin cables («a cualquier lugar del mundo, en cualquier cantidad, sin límite») a la que dedicó buena parte de su vida; el «rayo de la muerte» que podría derribar aviones y destruir tanques a kilómetros y kilómetros de distancia y la transmisión de señales a otros planetas. Parece como si tantos inventos suyos funcionaran como otros nunca llegaron a hacerlo, pero él no parecía distinguir unos de otros, tal vez incapaz de aceptar el fracaso. En muchos de ellos volcó sus energías e incluso buscó socios y financiación a pesar de no haber desarrollado siquiera un prototipo. Todavía hay leyendas sobre si llegó a construir algunos de los de la lista.
  • Por el bien de la humanidad. En varios pasajes de su vida, cartas personales, discursos y entrevistas queda claro que el dinero no era precisamente lo que motivaba a Tesla. Era más bien que sus invenciones llegaran a ser utilizadas por la gente, que resolvieran problemas. En varias ocasiones pensó que algunos de ellos podrían salvar a la humanidad: energía casi ilimitada transmitida a cualquier lugar del mundo sin necesidad de hilos (objetivo de la Torre Wardenclyffe), transmisión de información al instante sin apenas coste... sus socios (especialmente J.P. Morgan) eran incapaces de entenderlo. Incluso pensó que algunas de las armas que había ingeniado eran tan poderosas que su mera presencia sería disuasoria y se alcanzaría por fin una paz mundial.
  • Infinidad de entrañables anécdotas. El libro está plagado de interminables pequeñas anécdotas sobre la vida del personaje, así que he elegido una que me impactó especialmente. Cuando estaba haciendo pruebas de sus sistemas para transmitir señales a distancia, Tesla creyó captar una señal consistente en tres pitidos cortos que se repetían de vez en cuando. Descartando que fuera de origen natural, razonó que al ser la única persona en el mundo con un poderoso equipamiento como el suyo, las señales debían provenir de otro planeta. Este fue el origen de su pasión por intentar contactar con otros mundos y de su convicción de que había vida más allá de la tierra (y tal vez incluso de cierta obsesión con el número 3). Sin embargo, las fechas en que esto sucedió coinciden con la época en que Marconi estaba haciendo pruebas de su telégrafo sin hilos entre tierra y navíos, usando una S (tres puntos en morse) como texto de prueba. Casi con toda seguridad eso fue lo que captó Tesla, ignorante de que en otra parte del mundo alguien ya estaba enviando señales codificadas tan potentes como las que él esperaba emitir y recibir.
  • Un triste ocaso. En el ocaso de su vida pasaba interminables horas dando de comer a las palomas, que se convirtieron en su gran pasión obsesiva. Lo hacía tanto en los parques como desde la ventana de su hotel (para disgusto de sus convecinos y del servicio, que las calificaban de «ratas voladoras»); también redujo su dieta hasta quedarse anoréxico y ser un espectro de sí mismo. Adoptó la costumbre de «vivir a crédito» y nunca pagó su estancia en los hoteles, acumulando enormes deudas, que en ocasiones liquidaban sus socios. (Se dice que tal vez pensaba que «la humanidad le debía al menos un lugar en que vivir»). Tesla murió solo, en la habitación de su hotel, a los 86 años. Fue encontrado por una limpiadora al día siguiente.

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