Zeno's Paradox: Unraveling the Ancient Mystery Behind the Science of Space and Time. Joseph Mazur. Plume, 2008. 272 páginas, inglés.
Me encantó este pequeño libro que utiliza las clásicas paradojas de Zenón de Elea como hilo conductor de una serie de meditaciones sobre qué son el espacio, el tiempo y el movimiento. Si ya el filósofo griego -del que no se sabe mucho, e incluso se cuestiona su existencia real- ponía en duda las sensaciones que obtenemos del mundo y calificaba de «ilusorias» cosas tan cotidianas como el movimiento de los objetos, el panorama no cambió mucho en los siglos posteriores.
Sus paradojas como la de Aquiles y la Tortuga o la Flecha son clásicos entre los clásicos, y aunque se encuentran ciertas explicaciones para resolverlas siempre queda un... «Sí, pero «¿cómo?» ¿Cómo alcanza realmente Aquiles a la tortuga recorriendo una secuencia de infinitos tramos, aunque sean cada vez infinitamente más pequeños? ¿Cómo se mueve una flecha en el aire si en cada instante determinado está en reposo en una posición concreta? ¿Es imposible el movimento? ¿Es un engaño a nuestros sentidos?
El libro repasa desde diversos ángulos la cuestión de si el universo se comporta de forma continua o discreta, tanto en lo referente a los objetos compuestos de átomos ¿hay una unidad mínima y realmente indivisible? como a la división del tiempo, que podría ser «suave y continua» o bien «a pequeños salitos»: ¿cuál sería el tic-tac mínimo si es que existe? Es entonces cuando la combinación de ambos produce el «movimiento», ya sea real o ilusorio, de carácter infinitesimal o continuo, pero siempre queda un «Pero... ¿Cómo?» a modo de duda filosófica.
Todos esos conceptos han cambiado mucho con el paso del tiempo, desde Platón y Aristóteles a Einstein y la física cuántica actual; en cada uno la explicación de lo «obvio» -que Aquiles alcanza a la tortuga, o que una flecha lanzada se mueve- se ha hecho de una menera distinta. En la aventura de explicar el por qué de todo esto, el libro recorre personajes de la ciencia como Galileo, Kepler, Newton o Einstein, no con demasiada profundidad pero encajándolos en el contexto de las paradojas del movimiento, el espacio y el tiempo, que planteara Zenón hace unos 2.500 años.