Por @Alvy

El reloj del juicio final avanza: una carrera hacia el abismo de la amenaza nuclear, la desinformación y el desastre climático

89 segundos son el punto más cercano a la medianoche en toda la historia del Reloj del Juicio Final (el famoso Doomsday Clock) desde su creación en 1947. Nunca antes la humanidad había estado tan simbólicamente cerca de una catástrofe global, según el equipo del Boletín de los Científicos Atómicos. El récord anterior, de 90 segundos a medianoche, se marcó en 2023 con la guerra de Ucrania y se había mantenido sin moverse en 2024. Así que en 2025 se ha restado 1 segundo a aquel registro.

Según estos científicos, una especie de ONG de expertos de unos 35 años de edad promedio, la humanidad parece que sigue en caída libre debido a la existencia de las armas nucleares, a ignorar el cambio climático y las potenciales pandemias que podrían salir de nuevos laboratorios en los que se investiga con «alta seguridad» (esa expresión tan tranquilizadora). Los gobiernos parecen preferir invertir en nuevas armas y en inteligencias artificiales «malignas» que en preocuparse de garantizar un planeta habitable. Pero, claro, ¿quién necesita una atmósfera respirable cuando puedes irte a Marte? Ah, no, que todavía no han puesto a la venta los billetes.

La moraleja de esta historia no podría ser más desalentadora: el reloj sigue avanzando y todo apunta a que nosotros o nuestros descendientes seremos los protagonistas de nuestro propio desastre. Según opinan los expertos, solo los Estados Unidos, China y Rusia, con su elegante colección de armas para acabar con todo bicho viviente, tienen la llave para detener esta locura. ¿Y Europa que opina de esto? Parece que ni está ni se la espera.

Dr. Strangelove and the Bomb

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Por @Wicho

Cruce de cables 21 (25 de enero de 2025)

Un robot en la cocinaJuegos de guerra en el MundoReal™ [~12:20] – En este Cruce de Cables hablamos de algunas ocasiones en los que la mezcla de ordenadores y armas nucleares estuvieron a punto de liarla parda, aunque empezamos por un cruce literal de cables. De cables de cobre, no de las personas que escuchan el programa.

  • Y es que en la noche del 25 al 26 de octubre de 1962 unos cables mal conectados hicieron que dos escuadrones de aviones interceptores F-106 A que estaban de alerta en la Base Aérea de Volk cargados de combustible y armas, incluyendo un misil nuclear Genie en cada uno de los aviones recibieran la orden de despegar de emergencia. Aunque no había tal emergencia. Menos mal que alguien se dio cuenta y consiguió pararlos. Porque en plena Crisis de los misiles de Cuba podía haber pasado cualquier cosa.
  • Otra historia que pone los pelos de punta es la de cuando el 9 de noviembre de 1979 saltaron todas las alarmas en el NORAD –sí, el de Juegos de guerra– al saltar una alarma procedente de otros cuatro centros de comando subordinados que indicaba que se habían detectado 1.400 misiles intercontinentales soviéticos de camino a los Estados Unidos. Aunque en realidad es que alguien en el Pentágono estaba haciendo unos juegos de guerra y se había olvidado de avisar.
  • Pero la que más miedo da y la que estuvo más a punto de terminar con nuestra civilización fue cuando el 26 de septiembre de 1983 los ordenadores del equivalente soviético al NORAD dieron la alarma de que los Estados Unidos habían lanzado misiles contra la Unión Soviética. Menos mal que la presencia de ánimo del teniente coronel Stanislav Petrov le llevó a concluir que, dijeran lo que dijeran los ordenadores, tenía que ser una falsa alarma.

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Cada semana grabamos con David Sierra en el distendido ambiente de Cruce de Cables, el programa de Radio Nacional de España, como colaboradores habituales. Se emite en RNE los sábados de 03:00 a 04:00.

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Por @Wicho

Estado en el que ha quedado la Sala Tornamira, cuya hipotética reparación promete ser costosa y prolongada en el tiempoDesde hace muchos años tengo una relación profesional con el Planetario de Pamplona por mi trabajo en el MundoReal™. Y de amistad con muchas de las personas que hicieron de él lo que es y representa. Por eso ayer me desperté sobrecogido con la noticia de que había sufrido un incendio, sensación que sé que comparto con cualquier persona mínimamente preocupada por la divulgación científica.

Una de esas personas es Nacho López–Goñi, quien además por proximidad física y por todo lo que ha hecho allí sin duda lo ha sentido aún más. Hoy ha publicado un bonito texto sobre esto que le he pedido permiso para reproducir en Microsiervos con la esperanza de que pueda ayudar mínimamente a que el incendio no sirva de excusa para cerrar nuestro querido Pamplonetario, que ha quedado arrasado:

Las imágenes del Planetario de Pamplona en llamas y la noticia de su destrucción suponen un triste suceso para la ciudad, para toda Navarra, y para todos los que nos dedicamos a la comunicación y la divulgación científica en España.

El Planetario de Pamplona lleva más de tres décadas dedicado a la divulgación y la comunicación de la ciencia. Desde su nacimiento en 1993, ha sido un centro pionero y ejemplar, y un Planetario con mayúsculas para muchísimas personas y apasionados de la divulgación científica. Los que trabajamos en este campo hemos visto al Planetario de Pamplona y a su equipo de trabajo, liderado durante muchos años por Javier Armentia, como un referente de la comunicación de la ciencia. Un equipo que ha sabido transmitirnos su pasión por la ciencia.

Esta institución se convirtió en el primer centro de cultura científica en nuestro país que incorporaba otros contenidos culturales para abordar temas de importancia social de forma abierta y multidisciplinar: cursos, conferencias, conciertos, teatro, espectáculos audiovisuales, etc. Actividades que acogen cada año a más de cien mil personas. Por otra parte, ha diseñado programas y actividades para centros educativos llegando a más de veinte mil escolares cada curso, más de una tercera parte de fuera de la Comunidad foral. Miles de niños y niñas, y jóvenes, que han pasado por el Planetario y se han quedado fascinados con la ciencia, en este caso con la astronomía, y con el conocimiento de nuestro cielo.

El Planetario, desde su creación, se fue configurando como uno de los nodos más activos de la conexión entre la ciencia y la sociedad. Su actividad ha permitido que el público de todas las edades se involucre en la exploración del mundo natural y comprenda cómo la ciencia contribuye a nuestro bienestar. Y esto es muy importante, porque avanzar en la cultura científica de la población supone avanzar en su desarrollo social, económico y político. La difusión de la ciencia es también una manera de transferir el conocimiento a la sociedad.

La ciencia es cultura y la cultura científica contribuye a disminuir las fake news, los bulos, las supersticiones, el oscurantismo… Aumenta la capacidad crítica de los ciudadanos y derriba miedos, hace a la gente menos manipulable y más libre. Una sociedad mejor formada científicamente es en definitiva más democrática. Lo comprobamos, por ejemplo, con la desinformación que vivimos durante la pandemia de COVID19.

El Planetario de Pamplona fue una institución creada específicamente para la divulgación científica, y desde entonces ha desarrollado extraordinariamente su labor. Detrás, hemos sido otros los que hemos seguido con este apasionante cometido: universidades, museos, asociaciones, etc., en muchas ocasiones colaborando entre nosotros. Está claro que queda mucho por hacer, pero esta cooperación entre diferentes instituciones, sobre todo aquella que incluye la integración público-privada, está consiguiendo que la comunicación y la divulgación de la ciencia adquieran en Navarra una posición cada vez más relevante.

Insisto, la destrucción del Planetario de Pamplona supone una gran pérdida no solo para la ciudad y para Navarra, sino para todo el mundo que nos dedicamos en España a este tema. Por eso, quiero transmitir mi apoyo y mi solidaridad a los que trabajan y han trabajado durante estas más de tres décadas para sacar adelante un Planetario que ha sido pionero y único en España. Es un día de luto para la divulgación de la ciencia en nuestro país y realmente espero, que, como el ave fénix, resurja de sus cenizas con más fuerza, si es posible. Nuestro apoyo y un abrazo para toda la familia del Planetario de Pamplona.
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Por @Wicho

Mapamundi con colores que indican las anomalías de temperatura
Anomalías de la temperatura del aire en superficie en 2024 en relación con la media del periodo de referencia 1991-2020. Se utiliza una escala de colores no lineal para aumentar la visibilidad de las anomalías más pequeñas y distinguir las desviaciones más grandes. Fuente de los datos: ERA5 – C3S/ECMWF.

Visto lo visto –o más bien sentido lo sentido– era fácil sospecharlo pero ahora los datos lo confirman: 2024 fue el año más cálido desde que tenemos datos, superando el récord de 2023. Y por si fuera poco, fue el primero en superar los 1,5 °C del Acuerdo de París de 2015.

En concreto la temperatura global estuvo 0,72°C por encima de la registrada entre 1991 y 2020. Y 1,60°C por encima de los niveles preindustriales, cuando el objetivo de París era mantener el aumento por debajo de los 2°C, e idealmente por debajo de los 1,5. Aunque afortunadamente hasta que lo de los 1,5 grados se mantenga en el tiempo de manera continuada durante al menos 20 años no se debería considerar que se ha incumplido el objetivo.

Pero no hay que perder de vista el hecho de que todos los años entre 2015 y 2024 están entre los más 10 más cálidos de la Tierra desde que hay registros. Y por si eso fuera poco también se batieron otros récords mundiales como por ejemplo los de niveles de gases de efecto invernadero, los de temperatura del aire y de la superficie del mar, o los de humedad en el aire.

Todo eso, como preveían los modelos científicos, contribuyó a la aparición de fenómenos extremos como inundaciones, olas de calor e incendios forestales como por ejemplo los que arrasan Los Ángeles en el momento de publicar esta anotación.

Por si esto no fuera lo suficientemente preocupante todo parece indicar que en los próximos años, con una administración negacionista del cambio climático al frente de los Estados Unidos, nada va a mejorar.

Y no tenemos un Planeta B, por mucho que Elon Musk esté empeñado en colonizar Marte. Aunque tampoco es que esto suponga un problema para la Tierra; aunque sí lo es para nosotros, claro.

No hay Planeta B – Markus Spiske en unsplash
No hay Planeta B – Markus Spiske en Unsplash

El planeta no se verá afectado por el cambio climático. Dos o tres grados de calentamiento global no son un problema. La humanidad y la mayoría de las especies morirán, pero el planeta permanecerá mientras se desarrollan nuevas especies. Sin nosotros.

– Nicolas Gaume en el IAC2022,
(Vía Remco Timmermans).

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