Por @Wicho — 5 de marzo de 2004
La Fundación Amancio Ortega organizó hace un par de días una presentación sobre lo que han dado en llamar la «escuela del futuro» en la que Pere Marqués, profesor de Tecnología Educativa de la Universidad Autónoma de Barcelona, habló de las maravillas de las «pizarras digitales», que por lo visto no son otra cosa proyectores de video a los que se conectaría un ordenador.

Según el ponente esta tecnología permite una mayor comunicación entre los alumnos y compartir y presentar además de toda la información que existe en Internet, trabajos propios, y también grabar lo que se haya explicado para quien no haya asistido a clase:
Es una tecnología que viene para quedarse, porque es el paso siguiente a la pizarra de tiza y el siguiente será la pizarra digital interactiva.
Habló también de un plan del Ministerio de Educación que pretende dotar, en el plazo de cuatro años, a todos los centros de enseñanza con 53.000 videoproyectores:
El coste de ese proyecto es la adquisición de un videoproyector, porque en todos los centros existen ordenadores, por lo que la inversión sería de unos 1.200 euros por aula y 3.000 más si se opta por el tablero interactivo.
No se si habrá dinero para llevar a cabo este plan -al que diga lo que diga el profesor Marqués habría que añadir el coste de los ordenadores, ya que no hay uno por aula ni de lejos- y lo cierto es que aunque me parece estupendo que se intenten utilizar las nuevas tecnologías en el aula esto de las «pizarras digitales» me parece un poco una tontería, pero estoy convencido de que todo este tipo de planes y planteamientos de futuro serán fundamentalmente inútiles mientras no consigamos rebajar radicalmente el enorme porcentaje de fracaso escolar existente en el sistema educativo actual.

Más que de las escuelas del futuro, deberíamos estar hablando del futuro de las escuelas.
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