La razón por la que en mi Twitter privado mantenga solo a unos 140 o 150 amigos como máximo es –como algunos sagazmente observaron– porque ese es el número de Dunbar, sobre el que he hablado esta semana en Sin Vuelta de Hoja, el blog de MásMóvil.
El número de Dunbar es una especie de «valor máximo razonable» que entre otras cosas parece indicar a cuánta gente puedes dedicar la atención y cercanía personal que todo el mundo merece. Ese valor –que puede oscilar entre 50 y 200 según los escenarios– se calculó a partir de algunos experimentos sociales con tribus, poblaciones y otros grupos de gente – ya lo comentamos por aquí hace años.
A partir de grupos de 150 –más o menos– es cuando la gente comienza a no conocer sus nombres, ni qué hace cada cual, ni otros detalles; también se hacen necesarias leyes y normas para regular su comportamiento. En las redes sociales y comunidades virtuales hay algún estudio también que dice que es cuando comienzan los problemas de autogestión, surgen las discusiones, trolls, etcétera.
Así que 150 parece ser un número conveniente y adecuado para este tipo de cosas. Al menos para mi.
