Por @Wicho — 11 de Febrero de 2019

Un año más la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU se une a la celebración del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. En 2019 lo hace con un vídeo en clave de humor –aunque casi podría ser calificado como humor negro– que indice en la gran diferencia que hay entre chicos y chicas en el acceso a carreras de ingeniería y en la incidencia de los estereotipos en esa brecha:

La UNESCO publicó en 2017 el informe Descifrar el código: la educación de las niñas y las mujeres en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM), en el que se analizan los factores que dificultan o facilitan la participación, logros y progreso de las mujeres en las disciplinas científicas y tecnológicas, así como las medidas que pueden promover el interés de las chicas en los correspondientes estudios.

Según el informe, la decisión de muchas de ellas de no cursarlos es la consecuencia de un sesgo de auto-selección derivado de las circunstancias en que se han socializado. En la elección de la carrera incidirían estereotipos transmitidos a las niñas consciente o inconscientemente, principalmente en el entorno familiar pero también en contextos sociales más amplios.

Las características del ámbito escolar también parecen ser importantes pues la elección por las chicas de carreras del campo científico y tecnológico se ve favorecida por la presencia en el personal docente de profesoras en esas materias. Porque la profesoras -las buenas sobre todo- constituyen modelos de referencia que promueven la elección por las chicas de esos estudios.

Los datos son contundentes: tan solo un 25% de quienes se matriculan en estudios tecnológicos en la UPV/EHU -ingenierías, principalmente- son chicas. Ese porcentaje contrasta sobremanera con el de quienes lo hacen en ciencias de la salud (75%). Y también se diferencia, aunque no en una medida similar, de quienes cursan estudios de letras y artes (60%), ciencias sociales y jurídicas (57%) y ciencias experimentales y naturales (50%). Aunque seguramente esos porcentajes son diferentes de los de otras universidades en España o en otros países occidentales, lo más probable es que en todos ellos se produzcan diferencias de ese tipo y similar magnitud. Porque el fenómeno que describe es de carácter muy general.

Y no se trata sólo de promocionar la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres en el ámbito científico –lo que no es poco– sino también promover una mayor extensión de la cultura científica, pues ello favorece la existencia de una ciudadanía más libre y capacitada para incidir en su propio destino y en el de la sociedad a la que pertenece.

Mi hija quiere ser ingeniera ha contado con la colaboración de Iberdrola y ha sido producido por K2000 con la dirección de Aitor Gutiérrez sobre un guion de José A. Pérez Ledo.

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