Por @Wicho — 12 de marzo de 2021

Una vacuna contra la covid 19Llevo unas semanas esperando con impaciencia a que llamen a mi madre para vacunarse contra la covid 19. Y justo esta semana ha empezado en nuestra comunidad autónoma el proceso de vacunación para mi grupo de edad. Por la edad de mi madre le pondrán la vacuna de Pfizer. A mí, sin embargo, me tocará la de Astra Zeneca. Y no tengo ningún problema con ello; de hecho me sorprende y entristece oír referirse a ella como la vacuna «mala» a gente que creo que debería saber mucho mejor lo que dice. No hay vacunas malas ni vacunas buenas contra la covid 19.

De hecho no hay vacunas malas contra ninguna enfermedad; todo lo más algunas son más eficaces que otras. En general las vacunas son uno de los medicamentos más regulados, vigilados y seguros que existen. Y en concreto las vacunas contra la covid de hecho tienen una eficacia muy superior a algunas vacunas que hace años que se vienen usando sin problemas.

Sobre esto me ha gustado lo que le he leído a Zeynep Gunbay en Is Choice Always Worth the Anxiety? No se mete demasiado en tecnicismos. Pero además creo que lo explica muy bien en estos párrafos sin ningún tecnicismo en absoluto:

Cuando estoy comparando algo para comprar, si, después de investigarlo un poco, ninguna de las opciones es obviamente superior, dejo de investigar porque, llegados a un punto, la ansiedad que produce y el tiempo invertido en ello no valen lo que la investigación está produciendo la hora de ayudar a tomar la decisión. Eso no significa que esté segura de que no hay nada que no sepa, o que esté garantizado que sean iguales si tuviera un conocimiento perfecto. Pero decidir ante la incertidumbre no siempre puede hacerse con certeza, y a veces, las diferencias no son lo suficientemente grandes o conocidas como para seguir preocupándose por ellas.

A veces, la respuesta es admitir la incertidumbre y elegir, especialmente cuando todas las opciones tienen grandes ventajas. Tirar una moneda al aire, elegir la primera que se ofrezca, seguir el instinto, lo que sea. Esto está perfectamente bien, especialmente cuando parece que no hay una respuesta incorrecta, y parece que no hay una respuesta incorrecta entre las vacunas que tenemos en Estados Unidos y la mayor parte de Europa.

Esto no es lo mismo que decir que las otras preguntas sobre estas vacunas no importan, o que todo resultará ser igual. Pero parece que no hay una manera segura y basada en datos de distinguir entre las tres de una manera obvia que responda a todas las preocupaciones y alivie todas las ansiedades. Francamente, tampoco parece haber necesidad, al menos no que yo pueda notar, todavía.

Creo que podemos decir con confianza a la gente que las tres vacunas son excelentes, que tienen la misma probabilidad de evitar la hospitalización y la muerte, de eliminar casi por completo la posibilidad de esos destinos, y que tiene sentido ponerse la primera disponible.

En España no podemos elegir qué vacuna ponernos de las tres disponibles –y pronto tendremos cuatro– pero la idea es esa: son todas más que buenas como para que no haya lugar a esa duda. O a que no la hubiera de poder escoger. Hay que recordar que, justo hace un año, cuando estábamos a punto de ser confinados, no teníamos nada claro si ni cuándo dispondríamos de vacunas. El que menos de un año después haya cuatro ya aprobadas para su uso en nuestro país –y más en camino– no es sólo una proeza científica si no, como decía Juan Ignacio Pérez hace unas semanas, muy probablemente la mayor proeza científica de la historia. Hace un año nos habríamos inyectado casi cualquier cosa. Aunque tuviera un «chis». Ahora algunos se permiten dudar. Es como para hacérnoslo mirar.

En Eficacia y efectos secundarios de las cuatro vacunas aprobadas contra la COVID-19 hay información acerca de cómo están funcionando las vacunas por si quieres más información.

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Con lo que no estoy tan satisfecho es con la estrategia que se está siguiendo en Galicia a la hora de administrar las vacunas. Entiendo perfectamente que haya sido necesario priorizar la vacunación por grupos ante la reducida disponibilidad de dosis. Pero lo que no entiendo es que el criterio que se esté siguiendo aquí sea el de la letra por la que comienza el primer apellido.

No ya porque eso sea una flagrante muestra de anumerismo sino porque en este caso hay un criterio absolutamente objetivo: la edad. Se podría –debería, creo– haber empezado a vacunar por edades, según la disponibilidad de dosis, de mayor a menor y listo. En lugar de eso mi madre, con casi 88 años, tiene que esperar a que dé la vuelta el abecedario de la vacunación porque su primer apellido es García. Yo, con 53, igual hasta voy antes que ella por ser un Pedreira.

Sobre la disponibilidad de vacunas os recomiendo este hilo de Belén Tarrafeta:

Aunque si queréis la versión TL;DR Joaquín Sevilla lo ha clavado: «No todo se arregla con pasta en el último minuto. 9 mujeres no paren un niño en un mes.»

En fin, que no lo dudéis: id a vacunaros en cuanto podáis. Tenemos la inmensa fortuna de vivir en una época en la que la ciencia sabe afrontar el problema; ya quisieran haber sabido en la Edad Media lo que sabemos ahora. Cursillos de epidemiología mediante o no.

(El artículo de Zeynep Gunbay vía un RT de Josu Mezo a Jerusalem Demsas; la foto es de Daniel Schludi en Unsplash)

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