Por @Wicho — 27 de Diciembre de 2013

En 1952 ser homosexual era un delito en el Reino Unido, y lo siguió siendo hasta 1967 en Inglaterra y Gales; en Escocia no dejó de serlo hasta 1980 y en Irlanda del Norte hasta 1982.

Alan Turing, el mismo Alan Turing que contribuyó enormemente a romper los códigos secretos de la Alemania nazi durante la segunda guerra mundial, fue condenado ese mismo año por ser homosexual, lo que le llevó a aceptar una sentencia de libertad vigilada y un castramiento químico para no tener que ir a la cárcel.

También supuso que se revocaran todos sus privilegios para trabajar en asuntos que requirieran acceso a material reservado o secreto, por lo que dejó de poder trabajar en el desarrollo de ordenadores o cualquier trabajo relacionado con la criptografía.

Se suicidó dos años después, quizás influido por todo eso.

En 2009 el entonces Primer Ministro Gordon Brown publicó una disculpa a Alan Turing en la que lamentaba el tratamiento recibido por este, pero en el que además mencionaba específicamente los otros miles de hombres condenados bajo la misma ley, algo que me pareció estupendo:

Aunque Turing fue procesado según las leyes vigentes en la época y no podemos hacer retroceder el tiempo, el tratamiento que recibió fue por supuesto absolutamente injusto y me satisface tener la oportunidad de decir cuán profundamente apesadumbrado estoy y estamos todos por lo que le ocurrió. Alan y los otros miles de hombres gay que fueron condenados tal y como él lo fue bajo leyes homofóbicas fueron tratados de manera terrible. A lo largo de los años millones más vivieron con el miedo de ser condenados.

Y hace unos días la reina Isabel II iba un paso más allá, indultándolo, tal y como se puede leer en Alan Turing recibe el indulto póstumo.

Pero sin embargo, en esta ocasión me parece una decisión equivocada, ya que aunque Turing recibe ese indulto por el bien que hizo a la humanidad, lo que está muy bien, quedan fuera esos miles de hombres -y quizás alguna que otra mujer- que también fueron condenados bajo esa ley injusta, hayan contribuido o no al fin de la segunda guerra mundial o al avance de la informática.

Lo verdaderamente genial habría sido que anularan todas estas condenas, y no sólo la de Turing por haber sido quien fue; a fin de cuentas indultar a alguien es seguir pensando que cometió un delito.

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