Por @Wicho — 19 de diciembre de 2024

Portada de la revista con el Altair 8800Tal día como hoy, pero de 1974, y por cosas de cómo funciona el mercado editorial en los Estados Unidos, salía a la venta el número de enero de 1975 de Popular Electronics, cuya portada ocupaba estaba dominada por una foto del Altair 8800, que ese mismo día salía a la venta. Aunque conseguir un ejemplar ya fue, durante unos meses, otro asunto, por la enorme demanda que tuvo.

Ed Roberts, su diseñador, le había dicho a su banquero que creía que podían vender unos 800 ejemplares en el primer año, aunque calculaba que con vender 200 ya no iban a perder dinero. Pero para febrero ya habían recibido 1.000 pedidos y para agosto ya habían entregado unas 5.000 unidades. Al final de su carrera se habían vendido unas 25.000 unidades del Altair 8800.

Por eso se puede considerar que es el primer ordenador personal de éxito, aunque para conectarlo a una terminal que permitiera interactuar con él sin tener que utilizar los interruptores y los ledes de su frontal había que añadirle una tarjeta. No sería hasta mediados de 1977 cuando saliera a la venta el Apple II, que incorporaba de serie un teclado y una conexión para una TV cuando realmente arrancara el boom de la informática personal.

Pero eso no quita relevancia alguna al Altair 8800, que demostró las ganas que tenía el público de un ordenador que pudiera tener en casa para cacharrear con él.

Fue también el ordenador para el que una pequeña compañía conocida entonces como Micro-Soft sacó su primer producto, el Altair BASIC.

El resto, como se suele decir, es historia.

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Por @Alvy — 5 de diciembre de 2024

Nuevo dispositivo revolucionario: The Tube Computer llega al mercado

Una visita al mítico museo de Bletchley Park inspiró a Mike y Judy, unos aficionados a la tecnología retro, a embarcarse en este proyecto personal cuando se jubilaron: The Tube Computer, que podríamos traducir por «El ordenador de válvulas de vacío», que suena un poco mejor aunque menos retrofuturista que «el ordenador de válvulas termoiónicas».

Se trata de un ordenador viejuno pero con espíritu moderno, de 8 bits, en el que no hay transistores: todo son válvulas de vacío recicladas, también llamadas simplemente «tubos», que han sobrevivido desde los años 50. Además de eso tiene también diodos de germanio y tropecientos metros de cables y conexiones. El principal problema es la cantidad de componentes: hay en total más de 1.700 válvulas y diodos, lo cual le confieren algunas particularidades.

Una de ellas es que necesita un tiempo de estabilización térmica de 10 minutos, es decir, un precalentamiento. Como para que luego nos quejemos de que Windows tarda mucho en arrancar. Aparte de eso, el calor que emite cuando funciona es capaz de calentar la habitación. Y, puestos a sensaciones, también desprende un particular olor que resulta característico. No en vano hay 280 amperios circulando por sus tripas.

Aquí se puede ver en funcionamiento:

Mi detalle favorito es que está fabricado únicamente con puertas lógicas NOR, que como es sabido pueden combinarse para formar todas las demás que se necesitan: AND, OR y NOT, principalmente. Usar un solo tipo de puerta lógica simplifica el diseño y aunque hace que sea más laborioso programar la ALU (unidad aritmético lógica) y otras, tiene sus ventajas. Tiene 50 registros de memoria y un lenguaje máquina de solo 15 instrucciones.

A pesar de su tamaño sus creadores han podido usarlo para calcular secuencias de Fibonacci de 64 bits y un pequeño simulador de vuelo de un dirigible. Hay que echarle un poco de imaginación y convertir coordenadas y leer los números con tranquilidad porque funciona como funciona: tiene un panel de coordenadas y básicamente se pueden ver las operaciones «en vivo y en directo», además de en un gigantesco display opcional. Aunque las válvulas de vacío tienen la capacidad teórica de conmutar hasta varios cientos de millones de veces por segundo en la práctica resultaría imposible y se estropearían más de lo deseable, de modo que el Tube Computer funciona muchísimos órdenes de magnitud por debajo.

En su diseño y fabricación la pareja de creadores hay dedicado ya más de tres años, una admirable labor hackeril. ¡Larga vida a la retroinformática!

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Por @Wicho — 30 de noviembre de 2024

Estoy absolutamente enganchado a los vídeos en los que David de Usagi Electric, junto con algunos colegas, intentan devolver a la vida un ordenador de válvulas Bendix G-15 de 1956. Pero enganchado tipo The Expanse. Están en la lista Bendix G15 Vacuum Tube Computer.

El Bendix G-15 es un pedazo de bicho que mide 1,5m×1m×1m y pesa 438 kilos. Salió al mercado en 1956, aunque David estima, por el número de serie, que el que están intentando poner en marcha debe ser como de 1958. Su precio era el equivalente a unos 570.000 euros actuales.

Por la época en la que fue diseñado todo funciona en él con componentes discretos, nada de circuitos integrados, que aún no estaban inventados cuando salió al mercado. Nada, de hecho, de transistores, que aunque llevaban un tiempo inventados, aún no se habían popularizado en los ordenadores.

Así que la parte lógica del G-15 está formada por unos 3.200 diodos y unas 460 válvulas, además de una miríada de resistencias, un porrón de condensadores, y kilómetros de cable que los conectan unos con otros. Hay más de esos componentes en la fuente de alimentación, varios amplificadores de señales, y en el lector de cinta perforada desde el que se cargaba el software del ordenador. La máquina de escribir eléctrica IBM, que es el interfaz de usuario, añade unos cuantos componentes más.

La descripción
Un módulo amplificador de entrada del G-15 – CC BY-SA 4.0 Jud McCranie

El trabajo de David tiene una parte menos complicada –no diría que fácil– que es la de poner a punto los motores de los ventiladores, el motor de la memoria de tambor, y eliminar roña acumulada por todas partes después de casi siete décadas.

Pero lo verdaderamente complicado viene a la hora de ir identificando paso a paso qué falla en la parte lógica el G-15. Para ello dispone de los esquemas del ordenador –algo que hace mucho que no se ve en el mundo de la electrónica– y de diversos manuales que explican el proceso de arranque que incluso muestran qué señales debe haber en ciertos lugares.

Así que armado con un polímetro y un osciloscopio –y más tarde con un comprobador de diodos– va poco a poco viendo hasta dónde llega el proceso de arranque.

Y eso que sólo para enchufarlo a la corriente ya fue necesario preparar una toma especial capaz de entregar 120 voltios y 50 amperios.

Esto es posible porque al tratarse de un ordenador construido con componentes discretos es posible acceder a todas y cada una de sus conexiones, con lo que puede colocar las puntas del polímetro o del osciloscopio allá donde necesita medir voltajes o señales. Ayuda también que el G15 tiene algunos paneles internos en los que conectar esos instrumentos para tomar medidas. Igual que los circuitos integrados, tampoco estaba inventada la obsolescencia programada en aquella época.

Claro que por mucho que dispongan de los esquemas ni David ni sus colegas tienen la experiencia que tenía la gente de Bendix al diseñar el G-15 a la hora de trabajar con componentes discretos, con lo que a veces se topan con cosas que los dejan locos durante días. Aunque a fuerza de perseverar…

La descripción
El Bendix G-15 en un folleto comercial de la época – Bendix

El G-15 tiene un punto extra de interés porque su diseñador principal fue Harry Huskey, quien trabajó con Alan Turing en el Pilot ACE e incorporó muchas de sus ideas en el G-15. Así que se puede decir que el espíritu de Turing vive en el G-15.

Si David y compañía se salen con la suya el G-15 se convertirá en el ordenador digital en funcionamiento más antiguo de Norteamérica. Aunque el más antiguo del mundo es el Harwell Dekatron, que se puede ver en Bletchley Park. La idea es que el G-15 pueda ser expuesto al público en The Computer Museum, que es su propietario.

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Por @Alvy — 22 de noviembre de 2024

Un experimento sobre visualización con sonido de los algoritmos de ordenación más populares

Visual sorting es un pequeño experimento de Mateusz Szuła acerca de la visualización de algoritmos de ordenación (u ordenamiento), que van acompañados de una «experiencia auditiva». En otras palabras: son ejemplos de cómo funcionan los algoritmos de ordenación de toda la vida –además de algunos más modernos y originales– con una visión paso-a-paso de lo que sucede. Y sonidicos.

En total hay 19 algoritmos en estos momentos, aunque es probable que se incluyan más, porque existir, existen. Los valores a ordenar se simbolizan con barras verticales (entre 2 y 1024, a elegir) lo cual le quita un poco de aleatoriedad –porque no hay barras iguales, hay más de una y ciertos valores pueden no aparecer– pero bueno. Se puede controlar la velocidad, ver al algoritmo en acción (Start) o ejecutarlo paso a paso. Para ver cómo funciona cada algoritmo primero hay que mezclar los valores (Shuffle).

El resultado está bien conseguido, porque hay varias opciones con las que jugar, incluyendo los sonidos, y el código es libre y está en Github para quien quiera curiosearlo. No es el primer proyecto de este tipo existe de este tipo ni será el último, pero siempre son entretenidos.

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