Por @Wicho — 25 de Septiembre de 2020

He terminado de ver Away en Netflix tanto porque no me gusta dejar series ni libros sin terminar como por la fascinación de saber si la cosa mejoraba en algún momento. TL;DR: vaya truño. En versión más fina: no debo ser su público objetivo.

La serie está ambientada en un futuro no muy lejano en el que China, los Estados Unidos, India, el Reino Unido y Rusia envían de forma conjunta la primera misión tripulada a Marte a bordo del cohete Atlas. Está al mando de la astronauta de la NASA Emma Green. Su segundo es el indio Ram Arya. Completan la tripulación la china Lu Wang, el ruso Mikhail Popov, y el británico de origen ghanés Kwesi Weisberg-Abban. Tendrá tres años de duración entre ida, estancia en la superficie del planeta rojo, y vuelta.

Netflix deja claro desde el principio que es una «una emotiva historia sobre el amor y el sacrificio». Así que no cabe protestar si la trama se centra principal –aunque no exclusivamente– en cómo lleva la comandante el hecho de haber dejado atrás a su marido y a su hija «aborrescente» y en cómo es su relación con su tripulación. Todo ello bañado en unas enormes dosis de melodrama. Tan enormes que también dan para el resto de la tripulación, faltaría mas.

Pero –ojo, que vienen spoilers, y muchos– cualquiera que sepa un mínimo de cómo se organiza una misión espacial –o que tenga dos dedos de frente– va a empezar a alucinar desde el primer capítulo con todo lo que se refiere al desarrollo de la misión.

Por ejemplo la tripulación, que tiene que convivir durante tres años, no funciona como una tripulación. Desde los primeros minutos del primer capítulo queda claro que hay al menos dos bandos en ella y que la autoridad de la comandante está más que en entredicho. Será un tema recurrente a lo largo de los diez capítulos de la serie. Ninguna agencia espacial mandaría nunca una tripulación –y menos en una misión de larga duración– que no tuviera un mínimo de cohesión.

La comandante Green no sabe, además, que Misha es viudo. Igual que tampoco sabe que Ram tenía un hermano mayor que falleció cuando él era pequeño. Incluso se muestra sorprendida de que los padres de Kwesi murieran en Ghana porque no lo sabía; a ver si tampoco sabía que es adoptado. Es simplemente inconcebible que quién esté al mando de una tripulación no conozca esos detalles tan fundamentales de la vida de sus subordinados.

¿Que son cosas que dan juego a los guionistas para explorar el amor y el sacrificio? Pues sí, vale, pero hacen que la trama pierda credibilidad.

Del Atlas en sí ya no sé ni qué decir. ¿En qué cabeza cabe que se pudiera lanzar una nave espacial que necesita que los tres paneles solares que tiene funcionen sí o sí con cero redundancia? ¿O con un sistema de reciclado de agua que si bien tiene un sistema de apoyo resulta que no tiene la capacidad suficiente como para mantener con vida a la tripulación? Se ve que el Atlas lo compraron en AliExpress porque cuando no falla una cosa falla otra.

El Atlas cuando lo pides a AliExpress y cuando te llegua de AliExpress

Los guionistas, de nuevo, usan estos problemas con el cohete para profundizar en su exploración del amor y el sacrificio. Pero por el camino dejan bien claro que no tienen ni idea –o han querido ignorarlo– de cómo se organiza una misión espacial. En una misión real llevan planes hechos para cualquier posible fallo y han entrenado su ejecución una y mil veces. No se improvisan sobre la marcha al soniquete de «vamos a morir todos» si este plan desesperado y completamente cogido por los pelos no sale bien. Cogido por los pelos tipo «tenemos que hacer un taladro en la pared de la nave pero sin pasarnos porque si no se escapará todo el aire de esta sección» sin tener a mano algo con lo que tapar el agujero en caso de que se produzca una fuga; en su lugar dejamos abandonada y abierta al vacío la sección de los camarotes que total qué más da. Porque por supuesto la tripulación, que también se entrenó en AliExpress la vuelve a cagar con ese procedimiento. Y eso que se supone que son lo mejor que la Tierra tiene que ofrecer.

Y de la broma de Ram de que se ha atascado un panel solar cuando están preparándose para iniciar el descenso en Marte tampoco sé muy bien qué decir. Yo, de estar en el lugar de Green, lo lanzo al espacio. Sin traje espacial.

Etc, etc…

Sé que estoy sonando como el Grinch, ojo, así que dejaré de mencionar cosas chirriantes de la serie. Pero en mi descargo he de decir que no tengo problema en suspender mi incredulidad cuando es necesario. Así, no tengo problema en creer que el halcón Milenario es capaz de viajar más rápido que la luz. Y que hizo la Carrera Kessel en menos de 12 parsecs. O en los midiclorianos. Aunque reconozco que lo de los midiclorianos me cuesta un poco más. Así que incluso podría creerme lo de las comunicaciones instantáneas Tierra - Atlas en Away mediante un sistema de entrelazamiento cuántico (por ejemplo, en ningún momento lo explican) que en un momento dado queda fuera de cobertura por la distancia, lo que también usan para explorar el amor y el sacrificio cuando las comunicaciones se vuelven más lentas y dificultosas.

Pero necesito que dentro de la suspensión de la incredulidad las cosas tengan un mínimo de coherencia. Y en el caso de Away para alguien que sufra mínimamente de espaciotrastorno esa coherencia no está ahí. Ni, visto lo visto, se la espera.

Lo malo es que me temo que si hacen una segunda temporada terminaré viéndola. Ya sabéis, ese morbo que da ver cosas rematadamente malas que queda a medio camino entre la vergüenza ajena y la repulsión.

Relacionado,

Compartir en Flipboard Publicar / Tuitear Publicar