Por @Alvy — 11 de octubre de 2016

El Centro de Conservación Audiovisual Nacional de EE.UU. forma parte de la Biblioteca del Congreso; físicamente está en un antiguo búnker en Culpepper, Virginia. Originalmente servía como refugio militar para el Presidente en caso de ataque nuclear y también como almacén de oro, tal es su seguridad.

El lugar es como el Valhalla del cine. Allí los archivistas realizan labores tanto de restauración como de catalogación y almacenamiento. Las películas antiguas se limpian, duplican, digitalizan o convierten de unos formatos a otros, pues las hay de más de un siglo de antigüedad o en formatos en desuso como el vídeo. Los originales, viejos o modernos, se guardan en «celdas» especiales que hacen que el interior parezca poco menos que una cárcel de alta seguridad.

La razón son los nitratos. Las películas antiguas estaban fabricadas sobre una base de nitratos, un producto químico altamente inflamable. De hecho además de inflamable es prácticamente explosivo, produciendo grandes llamas de color naranja que no se pueden apagar ni sumergiéndolo en agua. Cuando se mezcló con la acetato de celulosa se consiguió un material mucho más viable, que es el que se utilizó posteriormente. Pero si se quieren guardar esos originales mejor hacerlo como quien almacena dinamita.

Mientras tanto más de 144.000 películas, incluyendo Casablanca, El halcón Maltés y Frankenstein descansan seguras y tranquilas en sus instalaciones, bajo la atenta mirada de los archivistas más apasionados del cine que se pueda imaginar.

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