Ahondando en la respuesta a ¿por qué los efectos especiales de las películas de hoy en día son menos creíbles que en los 90? este vídeo de la gente de NewMediaRockstars aporta algunas comparaciones entre escenas del antes y el después en ciertas secuencias, y algunos datos interesantes. Especialmente sobre la supertaquillera Jurassic World (pronto entrará en el Top #10 de las más taquilleras de la historia, y se acaba de estrenar como quien dice).
El primero es que muchas veces los trailers con efectos generados por ordenador (en el argot: CGI) son peores que los que pueden verse en las películas definitivas; hay ejemplos tanto en Jurassic World como en Guardianes de la galaxia y otras. Esto tiene que ver con las prisas por presentar trailers con material medio acabado y muchos meses de antelación respecto al «producto final».
En cuanto a Jurassic World, le mete un buen repaso a sus problemas explicando el exceso de efectos en la película de 2015 respecto al Parque Jurásico de 1993. Hace dos décadas tan solo había 14 minutos «de dinosaurios» y los efectos por ordenador se utilizaron de forma novedosa solo como último recurso: en cuatro minutos de planos. El resto eran muñecos animatrónicos, stop-motion y maquetas. ¿Por qué? Aunque quedaban bien, cada fotograma requería 12 horas de cálculo con las granjas de ordenadores de la época. Hoy se hace en segundos – y esto propicia el abuso barato.
El resultado es que en las películas antiguas el realismo era mayor que en las superproducciones actuales. Simplemente hay efectos mal hechos (por suerte la mayoría solo medio-mal hechos) que no pueden engañar a nuestro cerebro, especialmente en lo que se refiere al «funcionamiento» de las leyes de la física, tales como la gravedad o la velocidad y aceleración: nuestra mente sabe más o menos «qué debería suceder» cuando cae un gigantesco elefante, o Spider-Man salta de un edificio a otro, o a qué velocidad se expandirían los ladrillos de una pared golpeada por Hulk: algo que algunos artistas de los efectos especiales todavía no logran imitar en su justa medida.
Todo esto como aspectos técnicos, sin entrar en otras consideraciones como la calidad de los guiones, los personajes y los actores o el abuso e irritante tendencia de usar una corrección de color excesiva –incluso «temática»– sobre las películas al completo.