Una de las principales diferencias entre Star Trek y Star Wars es la cantidad de horas de diversión disponibles para los fans. De Star Trek hay cinco series distintas (o seis, contando la de animación). Cada serie tiene siete temporadas completas de más de 20 capítulos cada una (aunque de La Serie Original y Enterprise son más cortas). Comparativamente, de Star Wars sólo hay rodadas seis películas de poco más de dos horas cada una, series de animación aparte.
En el caso de Star Trek, tanto material es a veces un problemilla. O una ventaja. Si eres trekkie lo cierto es que puedes dedicar un número ilimitado de horas a ver todas las series prácticamente sin acabar jamás, si es que tienes tiempo y luego repasarlas una y otra vez. Ttambién puedes alternar los idiomas, subtítulos, etc. para practicar inglés.
Hace poco terminé con la séptima y última temporada de Star Trek: Espacio Profundo 9 y para alternar un poco Wicho me prestó Firefly (también fui al cine a ver Serenity, claro). Sólo me queda el último episodio, que reservo para una ocasión especial – porque es relamente una serie excelente.
Así que para ver algo nuevo ayer empecé a enfrascarme de la última saga de Star Trek: Enterprise cuyo piloto es probablemente el más flojo de todas las series trekkies con diferencia (¡ag!). No obstante, puede que tenga su encanto. Y cuando termine con toda la serie será hora de volver a comenzar por Star Trek: La Serie Original para darle el repaso que merecen Kirk y Spock. O tal vez para entonces ya hayan inventado el sexto spin-off para trekkies.