Por @Alvy — 4 de diciembre de 2018

TL;DR: los smartphones apenas aparecen en muy breves secuencias en las diez películas más taquilleras del año, aunque son dispositivos omnipresentes y absorbentes de nuestro tiempo en el MundoReal™.

Este estupendo análisis de Nerdwriter titulado ¿Por qué hay tan pocos teléfonos inteligentes en las películas? comienza con una frase de Werner Herzog procedente de otro contexto pero cuya idea general podría aplicarse: las películas, series y programas más exitosos (cine, televisión) no son tanto un reflejo de la realidad como un la forma en que nos gustaría que fuera la realidad.

Para analizar esta peculiar de relación de amor-odio con los teléfonos móviles Nerdwriter repasó las diez películas más taquilleras de 2018: desde Black Panther a Solo, pasando por Los Vengadores: Infinity Wars, Jurassic World o Los Increíbles 2, entre otras. Anotó cuántos teléfonos móviles aparecían y cómo se usaban. El resultado: sorprendentemente pocos y para usos poco habituales, comparándolo con su omnipresencia en la vida real y para usos comunes como enviarse mensajes y las redes sociales (que ni siquiera aparecen en las diez películas).

En muchos casos los móviles tienen solo «usos propios de héroes y espías» («hackear cosas», hacer de rastreadores GPS y similares) y sólo en unas pocas ocasiones se usan para videollamadas o leer noticias, que sería el caso más parecido a la realidad (minipunto para Jurassic World). En ocasiones, como en Solo, ni aparecen como tales, obviamente porque en las galaxias muy, muy lejanas ya se han debido librar de esa tecnología, o tienen irresolubles problemas de cobertura. En Los Vengadores nadie tiene móvil, sólo Tony Stark (Ironman) abre uno y resulta que es… un ladrillófono de concha de AT&T (!!)

De todos modos, me parece que Nerdwriter olvidó dos cosas:

Ha habido películas y series en las que los móviles aparecen continuamente o incluso tienen «papeles» relevantes, e incluso se han visto grandes esfuerzos para «integrar» cinematográficamente las nuevas formas de comunicación (se me ocurre la primera temporada de Sherlock). Pero lo cierto es que si se intentar filmar como tal, algo más parecido a la realidad resultaría completamente aburrido: gente parada mirando a su terminal y tecleando cosas sin transmitir siquiera emoción.

El segundo problema es que los móviles destrozan cualquier buen guión. Si hubiera móviles en la galaxia muy, muy lejana la princesa Leia hubiera enviado los planos de la Estrella de la Muerte por el WhatsApp galáctico en un instante. ¡Zap! Y fin de la película. En cualquier episodio de Expediente X los detectivas podrían avisarse, saber dónde están y cómo coordinarse… Siguiente capítulo (como en los 90 si había móviles, lo resolvieron dejándolos continuamente «fuera de cobertura»). Y en cualquier peli de miedo los usarían para tomar fotos y grabar vídeos de los fantasmas, monstruos o seres de ultratumba y que los demás les creyeran. ¡Oh, casualidad! Me dejé el móvil en el coche/casa/habitación (tan increíble como las propias películas).

Quizá todo esto debiera sumarse a esos pensamientos más socioculturales acerca de que quizá las películas son más como nos gustaría que fuera el mundo y no como es en realidad: zombies caminando por las calles mirando al teléfono, gente grabando mensajes como si tuvieran una tostada en la mano o personas que fotografían cada plato antes de comérselo.

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