Gravity (Alfonso Cuarón, 2013). Con Sandra Bullock y George Clooney. Durante una misión del transbordador espacial un par de astronautas quedan a la deriva en el espacio exterior, en una situación de la que solo se puede esperar lo peor. Con el oxígeno de sus trajes y el combustible agotándose solo pueden intentar lo imposible para regresar a la Tierra.
En mi humilde opinión Gravity es cine del bueno: directo, entretenido y con una producción más que digna. El guión es de una simpleza clásica; los efectos especiales son sencillamente espectaculares y los actores están razonablemente bien. El director ha procurado que para una persona promedio la aventura sea creíble, digamos más creíble que Armageddon o El núcleo aunque menos que Apolo 13 o Elegidos para la Gloria.
Era de esperar que los aficionados examinaran la película con lupa, e incluso que la destrozaran analizando palanca por palanca y minuto a minuto como bien ha hecho Wicho, pero intentar superar tal examen es sencillamente fútil: ninguna película lo lograría.
El buen cine, como la buena magia o un buen videojuego se basa en la suspensión de la incredulidad: muchos sabemos (o al menos los más espaciotrastornados saben) que los transbordadores ya están retirados de la circulación, que difícilmente los astronautas podrían sobrevivir a los golpetazos como los que se pegan en la peli y que si no has entrenado cientos de horas difícil va a ser que controles una cápsula espacial. Pero engañamos a nuestro cerebro para que crea ciertas cosas durante un rato. Del mismo modo que sabemos que los magos no tienen «poderes sobrehumanos» o que las ciudades de GTA V solo existen en forma de bits detrás de la pantalla.
Por eso el sentido crítico se ha de dejar a veces en la puerta, al mismo tiempo que se recogen las palomitas del bar. De lo contrario no vas a disfrutar del espectáculo, de unas bonitas vistas ni de una banda sonora estupenda. En decenas de blogs ya hay análisis que resultan a la vez curiosos, sorprendentes y divertidos. Como decían por ahí, son tan hipercríticos y detallados que en alguno incluso parece que el autor vaya a acabar su crítica con un sonoro «¡… Y luego se encendieron las luces y resultó que todo era una proyección de fotogramas sobre una pantalla gigantesca, no era real!» ¡Oh, vamos!
Otro detalle es que gran parte de las críticas versan sobre detalles que son perfectamente explicables si se tiene en cuenta que una película no debe explicarlo todo. En esa biblia llamada IMDB ese tipo de «errores» aparecen como «errores que en realidad no son tales» y son relativamente comunes pensar que son fallos de verdad. Por ejemplo: el Nokia 8110 del protagonista de The Matrix no tiene una apertura mecánica automática con muelle, como se ve en la película. Pero eso no quiere decir que el señor Anderson le haya podido instalar uno en sus ratos libres haciendo un poco de bricolaje – al fin y al cabo, además es hacker.
Volviendo a Gravity: yo me lo pasé muy bien y hasta repetiría. A pesar de que me advirtieron, cometí el error de ir a una sala equipada con iSense, donde para entendernos el sonido es el mismo y sin diferencias apreciables pero +10 dB más alto, de modo que resulta atronador – tanto que incluso molesta a muchos espectadores que salen quejándose. Incluso parece que me equivoqué al no verla en 3D porque dicen que gana mucho y aprovecha bien esa tecnología; probablemente verla en un cine IMAX gigante sea la mejor experiencia posible.
En definitiva: si te gusta la ciencia-ficción, el espacio o sientes curiosidad por cómo trabajan los astronautas, ve a verla; pasarás un muy buen rato. Pero ten claro una cosa: también habrá momentos de esos que «solo suceden en las películas». Como debe ser.