Otra vida, disponible en Netflix, es otra de esas series que mejor olvidar. O que ver por las risas pero sabiendo a lo que vas. Ojo que esta reseña contiene algunos espoileres.
La premisa es que en un futuro no muy lejano un día cualquiera un aparato alienígena sobrevuela los Estados Unidos antes de aterrizar y convertirse en una especie de torre compuesta por miles o millones de facetas cristalinas.
Como los esfuerzos por establecer comunicación con ella fracasan los Estados Unidos (Naciones Unidas para qué, vive la vida) deciden enviar la Salvare a Pi Canis Majoris, la estrella hacia la que la torre envía una señal de forma continua. Menos mal que la Salvare es capaz de viajar más rápido que la luz porque son 96 años luz. Al mando irá Niko Brekenridge, que sustituye a última hora a Ian Yerxa, quien iba a ser el comandante de la misión.
Mientras, de forma más bien poco sorprendente, el marido de Niko seguirá intentando comunicarse con la torre o lo que sea al tiempo que se encarga de Janna, la hija de ambos.
La premisa no es exactamente original, cierto. Pero aún así podía haberles salido una serie entretenida. De no ser porque da la impresión de que quienes escribieron los guiones se empeñaron en meter en ellos todos, absolutamente todos los temas recurrentes de las historias de ciencia ficción:
- ☑ Motín a bordo (en la primera media hora o así de la serie).
- ☑ ¡Oh, dios mío, vamos a morir porque nos hemos perdido en el espacio! (tras haber «escoñao» la nave de forma estúpida)
- ☑ ¡Oh, dios mío, vamos a morir porque la nave (por algún motivo) no tiene suministros suficientes para todos!
- ☑ Descenso a la desesperada en un planeta desconocido en la que algunos miembros de la tripulación abren sus escafandras a lo loco porque, sabes, hay oxígeno. Pero eso es para despistar porque no les pasa nada mientras otro mete a bordo un virus altamente infeccioso y cabrón que, por supuesto, se adapta inmediatamente a la fisiología humana.
- ☑ Miembro de la tripulación que muere porque algo le arranca parte de sus vísceras. Al menos es por la espalda y no por el estómago.
- ☑ Miembro(s) de la tripulación que mueren heróicamente para salvar la nave y sus compañeros… porque en realidad la nave es un poco de Ali Express.
- ☑ Alienígena que se hace con el control de un miembro de la tripulación. No, otro alienígena, no es el virus de hace un rato.
- ☑ Periodista entrometida a la que básicamente odias pero que sirve para hacer avanzar la trama. Porque el marido de Niko y su equipo pues como que no avanzan.
- ☑ Político extra-ambicioso que la lía parda.
- ☑ Niña en peligro por culpa de los malvados alienígenas. Bueno, y del antedicho político.
- ☑ Inteligencia artificial con mal de amores. Que es que encima de explotarla laboralmente la explotan sexualmente.
Etc, etc. Y para ello no tienen ningún empacho en crear agujeros del guión del tamaño de la distancia de la Tierra a Pi Canis Majoris (o más) o diálogos sin pies ni cabeza. Y del ¿desarrollo y profundidad? de los personajes, que por lo general se limita a poner cara de estreñimiento, o de su capacidad de tomar decisiones absolutamente absurdas mejor ni hablamos.
Ahora que habría dado algo por estar presente en el momento sujétame el cubata en el que alguien propuso la idea de que la tripulación de la Salvare en un momento dado estuviera drogada hasta las cejas y que para limpiar sus organismos de las toxinas… ¡qué mejor que convertir el comedor de la nave en una discoteca!
Soy muy fan también del momento en el que Niko y Cas se encuentran con una inteligencia artificial alienígena (no, no es la que tiene mal de amores) y tras haber vivido en sus propias carnes como un Achaia –que son los malos– intenta precipitar la Salvare dentro de un agujero negro aún le pregunta si los Achaia son mala gente. Eh, ¡que, por si no te habías dado cuenta, acaban de intentar enviar tu nave a un puto agujero negro!
En fin, que soy muy fan de la ciencia ficción de serie B –muchas grandes ideas surgieron de ahí– pero Otra vida es de serie Z y gracias. Es a la ciencia ficción lo que las películas alemanas de después de comer de los fines de semana al cine en general. Lo malo es que sé que veré la segunda temporada cuando salga por el morbo de ver cuanto más pueden cagarla.
¡Para lo que ha quedado la teniente «Starbuck»!