Por @Alvy — 25 de febrero de 2020

Arthur Cauty tiene este precioso documental acerca de 20th Century Flicks, al que llaman «el último videoclub del mundo». Naturalmente, es probable que queden otros supervivientes, pero el carisma imbuído esta pequeña tienda es especial. Está en Bristol (Inglaterra) y lleva 38 años funcionando, desde 1982.

La película transmite bien el aspecto aviejunado del singular espacio; casi se podría decir que se pueden oler la madera de las estanterías y el plástico de las cintas VHS y los DVD. Las 20.000 películas que almacena –dicen que cuatro o cinco veces más que Netflix– están hipercomprimidas en estrechos pasillos hasta el techo y en sus cajas originales. Parece más una biblioteca cuidada por documentalistas que el clásico videoclub.

La filosofía de los que trabajan allí es también bastante diferente de lo habitual: han visto llegar y desaparecer a Blockbuster, sobrevivido a Netflix y por lo general se conforman con un sueldo digno para pagar los gastos y llegar a fin de mes. No quieren más. Entienden el cine como una experiencia completa, con su ciclo de sugerencias del personal a los clientes, recomendaciones y pequeñas publicaciones y algo de charla cuando ha acabado el largometraje (sin la angustia y prisas de «el próximo episodio empieza en 10 segundos, 9, 8…» a lo Netflix, que no deja ni pensar). Para algunos conservar todo eso parece más que un trabajo una misión en la vida.

El negocio parece que se mantiene y aunque se podría ampliar y convertir en una especie de tienda-museo vintage con algún tipo de bar, restaurante o máquinas recreativas antiguas, no es su prioridad. Tienen un par de pequeñas salas de proyección anexas donde se puede disfrutar de cualquiera de las películas, completando así la experiencia; de hecho dicen que es donde está la mayor parte del negocio.

Además de los socios hay gente que alquila las películas por correo o se hace miembro del club por «apoyar la causa», aunque ni siquiera vivan allí. Es sin duda más que una tienda una apasionante misión a medio camino entre lo retro y la labor documental histórica.

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