Westworld (HBO), que acaba de comenzar su emisión, es una de las series más esperadas de la temporada. Básicamente versa sobre todo lo que sucede en un futurista «parque de atracciones» en el que los muñecos animatrónicos han evolucionado hasta ser casi indistinguibles de los humanos y cuyo escenario recrea el viejo Oeste.
Los visitantes pagan un exorbitante precio por disfrutar de unas experiencias únicas y «reales como la vida misma», incluyendo poder matar a los «malos», revivir aventuras de una época pasada y, cómo no, sexo a gusto del cliente. Entretenimientos nobles, depravados o incluso psicópatas: todo vale en esta especie de mundo virtual alojado en el mundo físico.
Pero además de intrigas y dramas diversos la serie versa también sobre la inteligencia y la consciencia artificial, sobre el sentido de la vida y sobre qué nos hace humanos. Es algo que salta a la vista desde la primera frase de la primera escena. Androides que deben respetar reglas parecidas a las de la robótica, entidades aparentemente imaginarias que viven y reviven realidades imaginarias y seres humanos que juegan a ser Dios. El resto se irá desarrollando a lo largo de los episodios –que sin duda darán para mucho– incluyendo según los creadores también una trama sobre «la evolución del pecado».
Los precedentes de Westworld difícilmente podrían ser mejores: la historia está basada en una película del mismo título de 1973 escrita por Michael Crichton y protagonizada por Yul Brynner; en español se llamó Westworld, almas de metal. Tuvo su continuación en Mundo futuro (1976) que resultaba tanto o más interesante y marcó época – aunque hoy quedan como obras menores de la ciencia-ficción. Tuvieron mérito para su época.
Además de esto los creadores del nuevo Westworld son Jonathan y Lisa Joy Nolan (hermano y cuñada del maestro de maestros Christopher Nolan); respetan bien las premisas del concepto original de Michael Crichton, dirigen algún episodio y supervisan toda la narrativa. Extra: lo hacen bajo la atenta mirada de J.J. Abrams, uno de los coproductores, que seguro que también anda dando consejos por ahí.
Dado que la serie entronca con la película original podría considerarse casi como una especie de Parque Jurásico III –bien hecha– en el que los empresarios se empeñan en volver a hacer parques de atracciones en los que la gente muere sin remisión. La diferencia es que en vez de largometraje nos lo dan troceado en cómodas píldoras. Las menciones y enlaces con el Mundo del Oeste original están en el guión – y es un gran plus.
De momento se ha emitido tan solo el episodio piloto, bastante impactante, apasionante y con grandes actores e interpretaciones (incluyendo Anthony Hopkins y Ed Harris). La primera temporada constará de diez episodios y ya ha recibido unas cuantas críticas espectaculares. Mi voto es también un +1.