Esta cabeza no es clásico efecto de vídeo con alguien al que han grabado para luego borrarle del cuello para abajo y así lograr un efecto visual más «impactante». Es una cabeza animatrónica que mediante mecanismos robóticos y un poco de programación se mueve para parecer real. Y al menos durante los pocos segundos que hacían falta para la escena de la película en que hizo su aparición resulta bastante real. Incluso se diría que inquietante, como procedente del famoso valle.
Se pudo ver en Bienvenidos al fin del mundo (2013), una hilarante comedia de Edgar Wright, con Simon Pegg (Trainspotting), Martin Freeman (El Hobbit, Sherlock) y Nick Frost. Que por cierto es una película bastante rarita y está llena de personajes frikis, así que la recomiendo encarecidamente.
La grabación procede de las clásicas pruebas que se hacen antes de comenzar a rodar a ver si los efectos visuales dan el pego y tienen calidad suficiente. Según dice su creador (Matt Denton) es bastante simple en cuanto a los mecanismos y movimientos que realiza. En total tiene 12 servomotores: 10 para los ojos y cejas y 2 para la mandíbula. Para que estuvieran sincronizados ambos se programaron al unísono en la unidad de control, desde donde se maneja todo con un joystick de tres ejes.
Para alimentar toda la electrónica la cabeza tiene un compartimento en la base del cuello donde se inserta la batería, que puede encenderse y apagarse con un interruptor magnético bajo la piel. El look tan realista se lo dio el diseñador de prótesis Waldo Mason, usando materiales, técnicas y maquillaje «a la antigua usanza». Nada que ver con lo que usan en el Museo de cera de Madrid, obviamente. Y mejor que el Profesor Einstein aquel.
(Vía @mezvan.)