El artículo de The Washington Post The secret life of baggage: Where does your luggage go at the airport? explicaba cómo era el proceso de seguridad aplicado por la TSA (la Transportation Security Administration, la agencia de EE UU encargada allí de la seguridad aérea) al equipaje que se embarcaba en los aviones.
Entre otras cosas el artículo hacía referencia a las llaves maestras que utilizan en la TSA para abrir los candados de equipaje —los candados que la TSA ‘recomienda’ utilizar a la gente para cerrar sus maletas cuando las embarca.
Con este acuerdo entre ambas partes la gente queda tranquila porque puede ponerle un candado al equipaje y además en caso de que una maleta necesite ser revisada por personal de seguridad de los aeropuertos la TSA puede abrir el candado usando una llave maestra — inspeccionar el contenido de la maleta, dejar una tarjeta explicando el procedimiento y volver a dejar el candado como estaba, cerrado.
El artículo en el Washington Post iba acompañado —ya no— de una fotografía del mazo de llaves maestras utilizadas por la TSA.
En Wired, Lockpickers 3-D Print TSA Master Luggage Keys From Leaked Photos,
La TSA acaba de aprender una lección básica de la seguridad física en la era de la impresión 3D: si tienes llaves importantes —digamos, un juego de las llaves maestras que pueden abrir los candados del equipaje de millones de ciudadanos— no publiques fotos de esas llaves en Internet.
Un grupo de entusiastas de la seguridad fue capaz de obtener modelos 3D de las llaves a partir de las fotografías y compartieron los archivos en GitHub, desde donde cualquiera ha podido descargarlas e imprimirlas.
«Madre mía, ¡funciona de verdad!» es el comentario que acompaña a un vídeo publicado en Twitter por alguien que ha descargado esos archivos, ha impreso copia de las llaves con una impresora 3D y ha probado a abrir con ellas uno de esos candados. Y funciona de verdad.
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