Por @Wicho — 10 de junio de 2005

Hoy se cumplen 30 años desde que Sony puso a la venta en Japón el SL-6300, el primer vídeo diseñado para su uso doméstico en gozar de algún tipo de aceptación en el mercado.

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El SL-6300 utilizaba el sistema Beta; JVC presentaría el VHS, basado en tecnología de Sony, en 1976 y Philips y Grundig harían lo propio con el Video 2000 en 1979.

Estos tres formatos, pero sobre todo los sistemas Beta y VHS ya que el Video 2000 sólo fue comercializado en Europa, protagonizaron una de las más conocidas guerras de formatos en la historia de la tenología, la guerra de los formatos de video.

Esta guerra terminó cuando a mediados de los 80 tanto Sony como Philips reconocieron su derrota y comenzaron a fabricar y vender vídeos VHS, y como en muchas otras ocasiones, no la ganó el mejor sistema desde un punto de vista estrictamente técnico, demostrando una vez más que la tecnología por si misma no es garantía de nada.

En este caso, y aunque hubo otros factores, la victoria del VHS es atribuida fundamentalmente a la mayor disponibilidad de películas en este formato, en especial películas porno (hola, Google), gracias a que JVC era menos escrupulosa a la hora de licenciar su tecnología que Sony, y el público prefirió la variedad que poder ver menos películas pero con algo más de calidad.

Además, por si fuera poco enfrentarse con sus rivales por su cuota de mercado, Sony tuvo que defenderse de la demanda de varios estudios en el caso Sony Corp. of America v. Universal City Studios, Inc., demanda que aseguraba que el uso de este tipo de aparatos era ilegal y que atentaba contra el copyright de los estudios demandantes porque permitía a la gente grabar material de su propiedad.

El argumento de Sony, que a la postre ganó el caso, fue que los vídeos domésticos permitían al público ver los programas cuando les venía mejor, independientemente de quien fuera el propietario del copyright de ese material, lo que los tribunales consideraron como un uso justo de esa tecnología, dando un soporte legal a la fabricación y venta de vídeos que de otro modo quizás hubieran terminado prohibidos.

Lo más irónico es que las ventas de películas demostraron luego ser un importantísimo negocio para los mismos estudios que quisieron terminar con la tecnología en cuestión.

Hoy en día creo que no se le escapa a nadie que las cintas de vídeo llevan el mismo camino que las cintas de cassette, desplazadas por los DVD y pronto por los grabadores de vídeo digitales (DVR) y el o los sucesores del DVD, campo en el que se podría organizar otra importante guerra entre los formatos Blu-Ray, HD-DVD y Enhanced Versatile Disc, aunque los fabricantes están intentando llegar a un acuerdo.

Yo, desde luego, cuando casque el vídeo de casa no pienso comprar otro sino un DVR comercial o bien montar uno con un Macintosh Mini.

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