El experimento hay que verlo: es prácticamente la misma escena que cuando Dave Bowman quiere desconectar a HAL en 2001: Una odisea del espacio. Básicamente consiste en apagar un robot tecleando una secuencia en un ordenador. La complicación es que la criatura mecánica tiene rasgos humanos, hace gestos, habla y te suplica amablemente que no lo desconectes.
En este experimento –que es de hace un par de años ya– llevado a cabo por Bartneck, van der Hoek, Mubin y Mahmud se concluyó que los voluntarios tardaban más del triple en apagar al robot si era amable e «inteligente» (34 segundos) frente a cuando era irascible y no mostraba signos de inteligencia (11 segundos).
La cuestión es: ¿llegará un momento en que nuestra humanidad nos impida apagar a un robot que suplica por su «vida»? ¿Será esa la señal de que ha alcanzado el nivel de la inteligencia artificial? O, como se pregunta Jacob Sloan de Disinfo:
¿Adquirirán las máquinas que fabricamos la habilidad de convencernos de que están, de hecho, vivas?