Por fin un modelo digno que realmente es un monopatín volador como el de Regreso al futuro II. Se llama Hendo y funciona con cuatro electroimanes, con la limitación de que no vuela muy alto (menos de 3 cm) y debe levitar sobre un tipo de superficie muy determinada de cobre/aluminio: funciona por los mismos principios que los trenes de levitación magnética. Sus creadores imaginan parques temáticos –como los minigolfs o las pistas de nieve cubiertas– donde practicar este curioso «deporte».
La otra limitación es puramente física: la tabla no deja prácticamente de moverse de forma continua, so pena de desestabilizarse. Si alguna vez has tratado de poner en equilibrio un imán sobre otro (o varios) en perfecto equilibro y levitación habrás visto que es muy difícil… ¿quizá ajustándolo mucho? No: Esa imposibilidad es real debido a que lo impiden las leyes físicas (véase el teorema de Earnshaw: es imposible conseguir un equilibrio estático estable entre dos imanes).
El caso es que lo mejor que se puede conseguir a nivel de levitación magnética simple es un pequeño movimiento continuo o utilizar un giroscopio (como el del juguete Levitron) para garantizar el equilibrio. Los inventores del Hendo dicen estar trabajando en algo llamado MFA (Arquitectura de Campo Magnético) que, la verdad, suena un poco magufo, pero quién sabe si de algún modo puede ayudar a resolver el problema de modo práctico, como en los juguetes – tampoco es que haya que revolucionar la física.
Otro «problemilla» del Hendo es que de momento solo hay algunos prototipos y que el simpático monopatín cuesta la nada despreciable cifra de 10.000 dólares, lo mismo que muchos coches pequeños. De hecho están en Kickstarter intentando levantar el dinero suficiente para el desarrollo.
Si ves el vídeo también disfrutarás de unas divertidas secuencias en las que se ve cómo utiliza la misma tecnología –sobre una superficie especial– para hacer levitar cajas y pequeños robots, incluso un landspeeder de Star Wars. Su creador se pregunta: Si puedes hacer levitar un tren de 50.000 kg… ¿por qué no hacer levitar algún día una casa? La verdad es que la pregunta es buena.