Inventados por el sueco Carl Edvard Johansson a finales del siglo XIX los bloques de patrón son una serie de piezas que se pueden juntar para conseguir un conjunto de una determinada longitud que sirve para tomar medidas extremadamente precisas.
Vienen en conjuntos de piezas distintas longitudes para poder obtener distintas medidas, habitualmente en juegos de 56 y 112 piezas que permiten escalonamientos de 1 mm y 0,5 micras respectivamente.
Pero lo más curioso es que estas piezas se pueden acoplar unas con otras como si fueran imanes a pesar de estar fabricadas en materiales no magnéticos, aunque hay que presentarlas y moverlas de una forma determinada para conseguir esta unión.
Y es más curioso aún que más de un siglo después de su invención no está claro del todo qué es lo que las mantiene unidas, aunque se cree que es una combinación de tres cosas:
- La presión del aire que las aprieta una contra otra porque al unirlas el aire que había entre ellas es expulsado.
- La tensión superficial del aceite y del vapor de agua que hay entre las uniones –hay que aceitar las piezas antes de usarlas.
- La atracción molecular que hay entre la superficie de las piezas, que apenas quedan a 25 micrones una de otra.
Se siguen usando como referencia para la calibración de los equipos de medida usados en talleres en los que se usan máquinas herramienta.