Por Nacho Palou — 1 de junio de 2015

Este robot en minuatura está básicamente formado por una lámina de papel y plástico y un imán. Desplegado no hace nada, pero una vez que se pliega a sí mismo, cual figura de origami y en cuestión de segundos, es capaz de desplazarse a entre 3 y 4 cm por segundo. Pesa 0,30 gramos pero puede de transportar dos veces su peso.

Además de desplazarse por superficies sólidas, o sobre la piel, el robot-origami-en-miniatura-sin-nombre también se desplaza por el agua, puede caminar siguiendo rutas, completar tareas como mover y colocar piezas, escarbar o cargar peso; el funcionamiento consta de dos partes: el robot por un lado y un sistema de bobinas electromagnéticas situados bajo la superficie que recorre el robot que lo dirigen mediante el imán que incorpora —y desde donde también se provoca su plegado.

Robot Origami MIT
Fotografía: Evan Ackerman / IEEE Spectrum

Aquí es cuando se descubre el truco de su funcionamiento, lo que no resta mérito a la manera en la que la lámina en torno al imán le permite ‘caminar’ y flotar en el agua —de otro modo el imán se hundiría como una piedra. La estructura creada al plegarse también le permite y facilita completar el resto de tareas, como cargar objetos, empujarlos, escarbar. El diseño del envoltorio puede cambiar y adaptarse para otro tipo de tareas.

Según se puede leer en Origami Robot Folds Itself Up, Does Cool Stuff, Dissolves Into Nothing este robot es el primero que muestra un «ciclo vital de este tipo» que incluye su muerte: introduciendo el robot en acetona éste se diluye y desaparece.

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