Hace tiempo que estoy convencido de que los niños -y probablemente muchos jóvenes- hoy en día serían absolutamente incapaces de utilizar un teléfono de disco de los de toda la vida y otros cacharros similares que han ido cayendo en desuso o que se han visto modernizados de tal modo que su modo de funcionamiento ha cambiado radicalmente, por lo que me ha hecho mucha gracia lo que cuenta la BBC en Giving up my iPod for a Walkman, un artículo en el que se puede leer acerca de las aventuras y desventuras de Scott Campbell, un chaval inglés al que le propusieron cambiar su iPod por un Walkman durante una semana.
Scott y el Walkman - Foto BBC
Nadie le explicó como iba, por lo que Scott tardó tres días en descubrir que el casete tiene dos caras y que se le podía dar la vuelta. También confundió el ajuste normal/metal para el tipo de cinta con un ajuste de ecualización, y su padre tuvo que explicarle que usar el botón de rebobinado como una especie de función e reproducción aleatoria no es una buena idea para la vida de la cinta.
La única ventaja que le encontró Scott al Walkman respecto a su iPod es que el primero tiene dos tomas de auriculares, mientras que para el iPod hace falta comprar un adaptador para poder escuchar la música a la vez que otra persona.
Me alegro de que la mayoría de los avances tecnológicos hayan ocurrido antes de que naciera. No puedo imaginar tener que usar un equipo tan básico todos los días.