Este fax lo inventó un relojero llamado Alexander Bain hace ya 170 años. En aquella época ya hubo numerosos inventos para transmitir imágenes a distancia empleando las líneas telegráficas. De entre todos ellos destacó el llamado telégrafo de imágenes de Frederick Bakewell, que llegó antes a la oficina de patentes en 1847. El pantelégrafo fue otro sistema muy popular de entre los comercializados a partir de 1860; lo fabricó en la década de 1850 Giovanni Caselli.
Estos aparatos utilizaban técnicas tales como superficies metálicas y mensajes escritos con tinta no conductora de la electricidad; un sensor iba escaneando lentamente puntos y puntos, líneas y líneas de la imagen (lo que hoy en día serían los píxeles) y transmitiendo –vía telegráfica– los textos, firmas o imágenes hasta el otro extremo, donde un aparato similar se movía de forma sincronizada y los reproducía.
El fax era (o es) uno de los vestigios del pasado que no está muy claro por qué se resiste a morir. Yo hace años que ya no puedo recibir faxes; a través de correo y otros sistemas sí que se pueden enviar (también recibir) pero tampoco es que lo haya necesitado, la verdad. Ni siquiera lo echo mucho de menos.
(Vía Mental Floss.)