Este artículo se publicó originalmente en Cooking Ideas, un blog de Vodafone donde colaboramos semanalmente con el objetivo de crear historias que «alimenten la mente de ideas».
Podríamos tratar de ser unos puristas y llamarlo ludificación, que sería una palabra más apropiada en castellano. Pero siendo honestos creo que aunque fuera simplemente como homenaje al mundo de los videojuegos y el gaming el concepto «gamificación» suena mejor y resulta más apropiado.
Estamos hablando de una serie de técnicas y conceptos que llevan años usándose y que cada día se extienden más y más en la vida cotidiana: añadir a cualquier experiencia las mejores virtudes propias de los videojuegos, saltando de un ámbito a otro con habilidad para hacerlo de la forma más transparente y efectiva posible: conseguir algo ya no es solo completar una tarea, ahora son «logros». Las medallitas al mérito ahora son «insignias». Superar un problema ya no es solo eso, ahora es «subir de nivel». Ahí van algunos ejemplos conocidos y otros no tanto:
Foursquare. Se describe a sí mismo como «Mantente al día con amigos, descubre qué hay cerca, ahorra dinero y desbloquea recompensas». Aunque tan solo incluye el concepto de los juegos en una cuarta parte de su descripción la primera vez que oí hablar de esta aplicación fue como una «red social» basada en la competencia y el «pique» como juego: a ver quién visita más sitios, suma más puntos y acumula más insignias (badges). Con el paso del tiempo ese juego ha permitido a la gente recopilar logros, alcanzar puntuaciones de líderes influyentes y canjear todo eso por bienes reales, ya sea un café, una pizza o un descuento en una librería.
El Toyota Prius. Quizá sea algo raro verlo en esta lista, pero estamos hablando del coche que popularizó los sistemas híbridos, que sirven a la vez para contaminar menos y ahorrar combustible: todo ello potenciado y explicado de múltiples formas en el ordenador de abordo: gráficas de ahorro, hojas de árboles cuando consumes menos y cantidades precisas de consumo instantáneo y promedio. Lo cierto es que con los modelos antiguos de Prius no se ahorra gran cosa: cualquier coche moderno o diesel consume menos. Pero lo importante es el aspecto psicológico: muchos propietarios explican cómo cambia la sensación dl estar en un coche «diseñado para consumir menos» como objetivo principal: hace olvidarse de la velocidad para concentrarse en el ahorro. El reto ya no es llegar antes ni correr más, sino ahorrar más combustible que nadie y bajar los promedios.
FitBit: la salud como juego. Los dispositivos que rodean todo lo relacionado con el yo cuantificado están diseñados para recopilar toda la información posible de los hábitos físicos de una persona. Este pequeño dispositivo se lleva siempre encima y sus giroscopios digitales y un altímetro calculan con precisión todos los movimientos: es como un podómetro atiborrado de esteroides. Porque a partir de esos datos, los pasos caminados, los kilómetros recorridos y el ritmo se calculan las calorías que se queman y el esfuerzo que realiza en «subir» escaleras, calles o rampas. La gente lo utiliza para ayudarse con la dieta, introduciendo los datos sobre las comidas y el peso diario en una web personalizada. Como retroalimentación recibe todo tipo de premios en forma de récords, insignias por logros, tablas de comparación con otros usuarios y un bonito resumen semanal. Quien lleva un Fitbit puesto y llega a un edificio no ve las escaleras como un método obsoleto y penoso para subir a un quinto piso, sino como una oportunidad de sumar puntos para acumular logros y superarlos de días anteriores. Al final, adelgazar resulta como un juego de niños.
La hidratación vista de otra forma. Las personas debemos beber más o menos dos litros de agua al día para estar correctamente hidratadas y llevar una vida sana – dicen los expertos que es algo que afecta especialmente a la memoria. Pero es fácil perder la cuenta de cuánto se ha bebido a lo largo del día o ignorar el consejo de los médicos. ¿Alternativas? A alguien se le ha ocurrido gamificar la hidratación, dotando a una botella de sensores. De este modo basta llenarla al principio del día para que el ordenador o el teléfono móvil calcule exactamente cuáles son los hábitos al respecto y mejorarlos. Aquí la propia botella incorpora unas luces que indican si se han conseguido los logros del día, bebiendo las cantidades adecuadas: para jugar ni siquiera hace falta estar delante del ordenador.
¿Cuánto falta para que veamos otros aspectos relevantes de nuestras vidas gamificados? ¿El trabajo aburrido visto con las virtudes de un videojuego? ¿Los logros de los alcaldes o de los partidos políticos? ¿En los apuntes de nuestra cuenta bancaria? ¿En las calificaciones de los niños en el colegio? Mientras todo funcione, no está de más hacerlo un poco más… divertido.