Según cuenta el artículo Wireless Power Harvesting for Cell Phones el Nokia Research Center en Cambridge está trabajando en el desarrollo de la tecnología necesaria para que los teléfonos móviles puedan cargarse de forma inalámbrica utilizando la energía electromagnética procedente de cualquier aparato eléctrico, incluyendo la emitida por las antenas móviles, de radio y televisión o los routers Wi-Fi.
Esto sobre el papel significaría que teóricamente nunca habría que cargar el móvil, ya que éste estaría en continua recarga aprovechando la radiación electromagnética que en mayor o menor medida nos rodea continuamente.
En el MundoReal™ este tipo de conversión de energía, de electromagnética a eléctrica, se hace a escalas muy pequeñas, insuficientes para cargar un teléfono móvil o permitir renunciarnos al cargador de red convencional aunque sea más de vez en cuando. Es el casos de los chips tipo RFID pasivos, que no disponen de fuente de alimentación propia sino que se activan por inducción al recibir la señal de radio enviada por el lector de chips. Se utilizan por ejemplo en las etiquetas antirrobo o de identificación de animales domésticos y consisten en un pequeño circuito rodeado de una antena que –además de enviar la señal de identificación– capta la energía que lo hace funcionar.
El objetivo del dispositivo de Nokia es que sea capaz de obtener 50 milivatios de potencia “del aire”, aunque los actuales prototipos desarrollados por la compañía apenas obtienen entre 3 y 5 milivatios.
Como ejemplo de lo dificultoso que actualmente obtener energía por esta vía, ingenieros de Intel y la Universidad de Washington, en Seattle, han desarrollado recientemente un sensor de temperatura y humedad que obtiene la energía para funcionar de una antena de TV que emite con un megavatio de potencia y está situada a 4,1 kilómetros de su laboratorio. Pero de ella únicamente son capaces de obtener 60 microvatios. Para obtener 50 milivatios se necesitarían 1.000 señales electromagnéticas fuertes.
Hace un par de años, investigadores del MIT consiguieron transmitir energía eléctrica sin cables acoplando dos bobinas de cobre con la misma frecuencia de resonancia magnética. Su WiTricity, como la bautizaron, era capaz de iluminar una bombilla de 60 vatios, siempre que no estuviese más allá de dos metros de distancia.
Los experimentos de transmisión de energía inalámbrica se iniciaron en el Siglo XIX y durante todos estos años se han ideando y probado diversos métodos con distintos resultados, aunque de momento ninguno satisfactorio o al menos de aplicación práctica inmediata. Uno de los pioneros en este campo fue Nikola Tesla con la construcción a principios del Siglo XX de la torre Wardenclyffe en Nueva York, que disponía de una antena de 60 metros para la emisión de energía, aunque nunca llegó siquiera a probarse por falta de fondos.