Merece la pena relajarse un rato con este documental de John Hess de Filmmaker IQ titulado La historia del sonido en el cine, donde hace un somero y altamente interesante repaso a la tecnología del sonido que la industria cinematográfica ha venido utilizando desde sus comienzos.
La historia incluye desde las primeras pruebas y experimentos con sonido –lo cual no incluía la voz humana– de finales del XIX a las primeras «películas habladas» que llegarían poco después. Thomas A. Edison y otros inventores de la época, como Eadweard Muybridge, trabajaron en adaptar el gramófono y otros aparatos para incorporar sonido a las imágenes en movimiento, sin gran éxito. Hasta ese momento era mucho más conveniente llevar a una orquesta completa a la sala y hacer que los personajes «hablaran» mediante carteles escritos.
Los principales problemas del sonido en el cine eran dos: mantener la sincronía y posteriormente amplificar el sonido para que pudiera oírse en una sala – por no hablar de otros como que el tiempo máximo por disco de gramófono solían ser unos 5 minutos. Irónicamente, algunos inventores (Edison incluido) creían que el negocio de las películas estaba en las máquinas callejeras de monedas como entretenimiento personal, no en los grandes cines, y que por tanto solo había que resolver parte de esos problemas.
De aquella época quedan geniales nombres de inventos como el zoopraxiscopio, el kinetófono o el fonocineteatro. Si no te suenan de nada es porque no lo consiguieron.
En la época de la Gran Depresión se empezó a usar sistema llamado Tri-Ergon inventado por tres alemanes en 1919, que incorporaba el sonido como una banda en el lateral de la propia película fotográfica. Esto simplificaba el asunto de la sincronización. Y utilizando un tubo de radio inventado un poco antes por Lee de Forest se consiguió el efecto amplificador. ¡Problemas técnicos resueltos!
Desde entonces los largometrajes comenzaron a incorporar personajes que hablaban como parte del argumento, no como meras pruebas – o como parte de los noticieros de la época. La primera fue El cantor de Jazz (1927) – que curiosamente combinaba canciones con letreros para los diálogos. [Actualización: Johnny nos escribió acerca de un cortometraje sobre la mismísima Conchita Piquer datado en 1923, aunque archivado como si fuera de 1927.]
El resto es historia: la gente comenzó a acudir en masa a los cines y en tiempo récord el cine mudo caería en el olvido. La lección fue costosa: supuso unos 300 millones de dólares de la época, casi cinco veces la valoración de esa industria en aquel momento; lo necesario para renovar los sistemas de grabación, montaje, copia y distribución, equipar las salas de los teatros, renovar los empleos de los técnicos y hasta las costumbres de los propios actores – que antes eran más mimos que actores como los conocemos hoy en día. ¿Alguien ve paralelismos en esta historia con otras relacionadas con las «nuevas tecnologías»?
La última parte del documental está dedicada a los sistemas más recientes: desde los años 50 han sido muchas las innovaciones en los diferentes formatos y es interesante ver cuándo surgió cada una: Fantasía (1940) de Disney fue la primera película «multicanal» (en otras palabras: «estéreo»; denominado Fantasound para la ocasión); el Cinerama ofrecía ya en 1952 un total de 7 canales; el sistema de reducción de ruido Dolby se inventó en 1966, y debutó con La naranja mecánica en 1971; Ha nacido una estrella (1976) ya usaba el Dolby Stereo y 4 canales; cuando se usó en Star Wars (1977) supuso su punto de madurez; la certificación THX llegó en 1983 y el Dolby Digital en 1992 con Batman Returns – aunque la información seguía yendo impresa en la película fotográfica. Otros Dolbys como el DTS y el SDDS se usaron por primera vez en Parque Jurásico (1993) ya en formato 7.1 (superando por primera vez al primitivo Cinerama.
¿El futuro? La televisión japonesa NHK ya cuenta con una sala de pruebas en las que se proyectan películas de definición 8K con sonido surround 22.1 – no debe estar mal ver una peli de acción allí.