Madeline Gannon ha estado trabajando en un proyecto llamado Quipt que es una herramienta para entrenar a los robots industriales mediante gestos, haciendo que trabajen de forma más «cercana» a las personas. La idea es hacer que pasen de ser robots tontos a robots menos tontos, mediante sistemas de captura de movimiento, visión y que puedan compartir espacio con las personas.
Y es que estas herramientas llevan décadas siendo como un Mazinger Z completamente ciego: hay que extremar las precauciones para que nadie sea aplastado por su tonelaje. Tal y como dice la «entrenadora de robots» son máquinas que simplemente por su peso, fuerza y velocidad resultan extremadamente peligrosas de usar.
En el entrenamiento que plantea Gannon con estas bestias mecánicas se utilizan marcadores similares a los que llevan los actores para las secuencias de «captura de movimientos» en el cine. El resultado son movimientos más flexibles, impropios de máquinas monstruosas pero mucho más prácticos. Y el hecho es que con ayuda de cámaras pasan a ser capaces de ver el mundo a su alrededor.